Un vídeo interesante en la nube: «Spanish Western. Más allá de Rio Bravo»
Un vídeo interesante en la nube: «Spanish Western. Más allá de Rio Bravo»
Reproducimos por su interés la intervención de la periodista Soledad Gallego-Díaz en la cadena Ser el día 12 de este mes de enero.
Los mejores y la vocación política
SOLEDAD GALLEGO-DÍAZ 12/01/2018 Cadena Ser
Elena Salgado cree que en el gobierno “deben estar los mejores, aunque no tengan vocación política”, como fue su caso. Es una afirmación muy discutible. Primero, porque da la impresión de que las dos cosas son incompatibles: o se forma parte de los mejores o se tiene vocación política. Y segundo, porque si los mejores no tienen vocación política, los gobiernos se convertirían en puras plataformas técnicas, algo que no es lo que votan precisamente los electores. La experiencia, y la historia, demuestran que los mejores gobiernos no son los integrados por los mejores técnicos, sino por los mejores políticos. En cualquier caso, está claro que la señora Salgado no tenía vocación política. En cuanto pudo, es decir rapidísimamente, volvió a la empresa privada. Respecto a la salida a Bolsa de Bankia, que se produjo durante su mandato, la exvicepresidenta aseguró que no hubo la menor intervención de su ministerio. “Ni miramos para otro lado ni dejamos de mirar. Simplemente, no era una cuestión de nuestra competencia”, dijo. Es una pena que aun no siendo cuestión de su competencia, la responsable de la economía de este país en aquella época ni mirara ni dejara de mirar una operación financiera tan importante, porque si lo hubiera hecho, quizás por pura vocación política, se habría dado cuenta de que algo estaba rematadamente mal. Pero claro, los mejores que no tienen vocación política solo se meten en sus puros asuntos.
El paro juvenil en Asturias es unos de los factores de mayor preocupación. Según el barómetro de sondeos europeo, Eurostat, el 48% de los jóvenes entre 15 y 24 años estaban en Asturias en paro a finales de 2016. Y 2016 no fue mejor. La cifra es similar a la del el sur de Italia (49,2%) y Macedonia (48,2%). Peor que esta situación, solamente la tendrían Melilla (69,1%), Ceuta (63,3%) y Calabria (58,7%). Los que trabajan lo hacen en condiciones de máxima precariedad y muy por debajo de su calificación profesional. De ahí que muchos de nuestros jóvenes talentos tengan que emigrar al extranjero
Para analizar esta precaria situación recomendamos este libro que ha publicado el portal Politicon.es: El muro invisible
Reseña del editor
La percepción que Occidente tiene del sur del Mediterráneo poco tiene que ver con los problemas y los actores reales. Las cuestiones sociales y económicas Occidente las vive como amenazas. No es de extrañar que el desarrollo económico y social y los procesos de democratización se utilicen más como instrumentos para paliar conflictos o salvaguardar intereses que afectan a Occidente, que como soluciones a dramas internos vividos por las sociedades del Mediterráneo. Bichara Khader es doctor en ciencias políticas, económicas y sociales por la Universidad de Lovaina, y director del Centro de Estudios e Investigaciones sobre el Mundo Árabe Contemporáneo. Autor de numerosas publicaciones y libros, entre sus más recientes: L´Europe et les pays arabes du Golfe (1994), L´Europe et la Méditerranée, géopolitique de la proximité (1994), y Europa y el Mediterráneo. Del paternalismo a la asociación (1995), este último editado por Icaria.
Breve sinopsis
Cada generación se enfrenta a sus propios retos. Los jóvenes actuales, nacidos entre los ochenta y los noventa, han tenido la suerte de crecer en un país más próspero, más abierto y más libre. Sin embargo, en su paso a la vida adulta se han dado de bruces con una triple crisis: la económica, la social y la institucional. Esto ha despertado un sentimiento de desesperanza e indignación que se ha traducido, entre otras cosas, en la aparición de nuevos partidos políticos.
Los retos siguen ahí, levantando un muro invisible entre generaciones. Este libro identifica las diferentes brechas generacionales en España que, si bien se han exacerbado con la crisis, realmente estaban latentes décadas atrás. Hay un muro generacional, pero se manifiesta de diferentes maneras y no es igual de alto para todos. Educación, desigualdad, mercado laboral, Estado del Bienestar, emancipación y nueva emigración son los cimientos del muro.
El muro invisible, además, ofrece algunas soluciones para tratar de demolerlo. Sin embargo, para sacarlas adelante es necesario comprender y evaluar el panorama político actual. Un momento de cambios y nuevos espacios, pero también cargado de herencias del pasado, que invita tanto a la desazón tanto como a la esperanza.
Para mayor información ver en PDF El muro invisible en siete gráficos: los problemas de ser joven en España
El viaje a ninguna parte que supuso la aplicación del artículo 155 de la Constitución del 78, ha reflotado en el conjunto de la opinión pública algunas cuestiones que permanecieron aletargadas en los últimos tiempos. La política de bloques practicada por los independentistas por un lado, y por el Gobierno con la ayuda del PSOE y la complicidad directa de Ciudadanos por otro, ha demostrado que todo no sigue igual. No, todo sigue peor.
Los efluvios de los sentimientos nacionalistas habían escondido las principales reivindicaciones de la ciudadanía, convirtiendo en un problema de bloques interclasistas los verdaderos problemas de la inmensa mayoría de la población. Así, desde las primeras elecciones autonómicas, las profundas reivindicaciones de las clases populares más desfavorecidas escondieron que muchos de esos sentimientos nacionalistas estaban gestionados para beneficio económico y social de las poderosos.
Es el caso de la primitiva CiU, convertida en PdeCat como consecuencia de la corrupción, y más tarde en JunstxCat. Este bloque nacionalista catalán que ya apuntaba maneras en 1979, aun cuando quedó por detrás de dos opciones de izquierda, como el PSOE –desde las autonómicas de 1980, PSC-PSOE- y el PSUC, absorbió durante décadas las reivindicaciones populares encubriéndolas con el manto nacionalista y el bipartidismo catalán. La situación se modificó más si cabe, en la elecciones de 1980, en las que CiU empató con el PSOE, y muy cerca de ellas el PSUC (ver cuadro de abajo). Las elecciones generales de 1982 amortiguaron en alguna medida el empuje nacionalista, porque lo que estaba en juego, tras el intento de golpe del 23F, era la democracia.
En el cuadro que presentamos a continuación se comprueba como se fue asentando la opción nacionalista dirigida por la derecha catalana, por cierto una de las más corruptas de toda España. Y cómo fue perdiendo terreno la izquierda, en particular la representada por el PSUC
PSOE | AP | CIU | |||||||
Años | 79 | 80 | 82 | 79 | 80 | 82 | 79 | 80 | 82 |
Barcelona | 30,3 | 27,0 | 47,6 | 3,9 | – | 14,3 | 15,9 | 27,0 | 20,7 |
Gerona | 27,5 | 19,8 | 33,6 | 3,3 | – | 12,9 | 24,4 | 37,3 | 35,3 |
Lérida | 24,5 | 19,4 | 35,5 | 3,2 | 2,3 | 15,6 | 15,1 | 28,4 | 27,5 |
Tarragona | 28,3 | 20,6 | 41,3 | 3,9 | 5,3 | 17,4 | 13,9 | 23,7 | 20,3 |
UCD | PSUC | ERC | |||||||
Años | 79 | 80 | 82 | 79 | 80 | 82 | 79 | 80 | 82 |
Barcelona | 17,0 | 8,0 | 1,5 | 19,1 | 21,1 | 4,8 | 3,9 | 8,2 | 3,7 |
Gerona | 24,5 | 15,3 | 2,2 | 9,4 | 9,4 | 3,1 | 4,2 | 10,6 | 5,5 |
Lérida | 31,7 | 23,5 | 5,6 | 10,5 | 10,7 | 2,7 | 7,8 | 12,2 | 5,8 |
Tarragona | 27,8 | 19,9 | 4,3 | 14,0 | 15,2 | 4,6 | 4,6 | 10,3 | 3,9 |
Aunque el electorado catalán vota diferente en las elecciones generales y en las autonómicas, CiU pasó del 14,4% en el 82 al 46,6% en las autonómicas de 1984 y al 32% en las generales de 1988, aumentando considerablemente su espacio político, social y electoral. De suerte que durante los años que van de las elecciones generales de 1986 al 2006, CiU y PSOE se alternaban la primera posición en las autonómicas y en las generales respectivamente. Fueron los años del bipartidismo imperfecto de Cataluña.
A partir del 2005-2006, como consecuencia del camino emprendido por el PP para judicializar el proceso soberanista en Cataluña, procés que se impulsa de manera acelerada desde 2012 por CiU, ERC y la CUP, el independentismo amplió su base social de manera considerable. El efecto colateral de ese proceso independentista, fue el encubrimiento por parte de la actividad política catalana y de los medios de comunicación, de los problemas sociales y políticos de los pueblos del Estado Español. Manejado el proceso por los independentistas y utilizado por el Gobierno español y su presidente Rajoy, cuya estrategia ha consistido en no hacer nada, ha servido para proporcionar un silencio sepulcral sobre los infinitos casos de corrupción que les rodean a muchos de los protagonistas de ambos bloques. Todo circulaba alrededor del problema independentista. Lo demás no existía.
Mientras tanto y gracias a esa inanición del Gobierno Rajoy, el independentismo crecía electoralmente y se consolidaba en torno al 48 por ciento aproximadamente. Así venía sucediendo desde las elecciones al Parlament de 16 de noviembre de 2003 y la aprobación del nuevo Estatut en 2005.
En tales circunstancias el Gobierno español aplica, con los apoyos del PP, PSOE y C’s, el artículo 155 de la Constitución del 78. Las condiciones de su aplicación las determinó el Gobierno y su grupo parlamentario en el Senado, que es mayoritario: destitución de un gobierno elegido democráticamente, disolución de un Parlament elegido democráticamente y convocatoria de elecciones por el imperio de la ley, que casi fue “por el imperio hacia Dios”. Conviene recordar que el artículo 155 no dice nada más que “Si una Comunidad Autónoma no cumpliere las obligaciones que la Constitución u otras leyes le impongan, o actuare de forma que atente gravemente al interés general de España, el Gobierno, previo requerimiento al Presidente de la Comunidad Autónoma y, en el caso de no ser atendido, con la aprobación por mayoría absoluta del Senado, podrá adoptar las medidas necesarias para obligar a aquélla al cumplimiento forzoso de dichas obligaciones o para la protección del mencionado interés general”. Nunca se había aplicado en España, y prácticamente nunca se hizo en los países de la UE.
Dentro de lo que cabe tuvimos suerte que no aplicaron el estado de excepción o de sitio, tal como reclamaban algunos dirigentes de la “pepernia”.
Después de la aplicación del 155 y la consiguiente suspensión de la Generalitat, la convocatoria de elecciones para el 21 de diciembre de 2017 parecía querer dar la palabra a los electores catalanes. La decisión del Presidente del Gobierno tuvo una primera acogida entusiasta en el tripartito (PP, C’s y PSOE). Pero no. Quien mejor lo interpretó fue la extrema derecha instalada en el poder o en sus aledaños, que tuvo el mayor balón de oxígeno desde la muerte del dictador. Desde la declaración del “rey pequeño”, hasta la eclosión de las banderas patrias, todo fue una gran fiesta de patriotería.
No olvidemos que la judicialización de la acción política que ejerce el Tribunal Supremo y el Tribunal Constitucional por indicación del PP, desde la misma fecha en la que se recurrió el Estatut aprobado el 30 de septiembre de 2005 por el Parlament y ratificado en Referéndum y por el Congreso de los Diputados, ha llevado parejo la total ausencia de acción política de Rajoy. Claro está, querer hoy normalizar una situación política con presos políticos, exiliados y un Presidente del Gobierno que nos repite lo que ya nos enseñaron en primaria, es tarea harto difícil.
La actuación del Supremo, que va a tener una continuidad de consecuencias impredecibles, está poniendo de manifiesto que la “crisis catalana” va para largo y cada vez más profunda. O lo que es lo mismo: en un país en el que la separación de poderes es muy nebulosa y en donde los tribunales son, en buena medida, los mejores continuadores del franquismo, el respeto al derecho de los electores choca o es incompatible con la judicialización de la política. En una democracia, la legitimidad democrática la dan las urnas y los electores, nunca los tribunales ni las instituciones, máxime cuando éstas no sufrieron transformación alguna dada la continuidad que supuso, en muchos aspectos, la denominada “transición democrática”. A no ser que los ciudadanos catalanes elijan una cosa y el Tribunal Supremo decida quien vale como elegido y quien no.
Lo que está en juego es el principio de sufragio universal y democrático, el principio de libertad democrática de opinión y elección.
Sin embargo, los resultados de los ciudadanos a los que apeló el PP, junto con C’s y PSOE, no pueden ser menos significativos. Los independentistas han vuelto a obtener mayoría absoluta en el Parlament.
La movilización previa al proceso electoral del 21D, trajo un dato muy positivo: la mayor participación de toda nuestra historia democrática. La abstención había pasado de un 41,22% en 2010 al 30,44 % en 2012 y a un 22,56% en 2015. La polarización en la campaña del 21 de diciembre, entre los bloque independentistas y españolistas monárquicos, hizo que la abstención en 2017 fuera la más baja de toda la serie, un 18,06 por ciento.
Recordemos que el 15 de junio de 1977 la abstención en el conjunto de España, fue de 21,17 %; y el 28 de octubre de 1982 fue de 20,03 %, que eran dos de las cifras más bajas de abstención o más altas de participación.
La participación creció algo más en las zonas metropolitanas de Barcelona y en las zonas industriales, que en las zonas rurales. Pero también en las zonas rurales, en general de mayor influencia independentista, creció la participación. Por ejemplo, una ciudad de clara influencia del nacionalismo, como es el caso de Cerdañola del Vallés, tuvo una abstención del 15,3%, muy por debajo de la media.
Los resultados del 21D en Cataluña
Después de todo el recorrido, el resultado es lo suficientemente explícito para concluir que: el independentismo vuelve a tener mayoría absoluta en el Parlament; el nuevo partido, impulsado por los grandes poderes económicos –como lo fue la operación Roca-Garrigues en 1986 con el apoyo de Rafael Termes y la banca-, le ha “robado la cartera” al PP y parte al PSOE, es decir, C’s es el partido más votado en Cataluña, a costa de hacer casi desaparecer al PP y estancar al PSOE; los que se oponen a la independencia de Cataluña y defienden el derecho a decidir, previo acuerdo pactado a nivel de todo el Estado, han obtenido un resultado claramente insuficiente.
CATALUÑA | Autonó. 28-11-2010 | Autonó. 25-11-2012 | Autonó. 27-9-2015 | Gen. 20-12-2015. | Gen. 26-06-2016. | Autonó. 21-12-2017 |
C’s | 3,40 | 7,58 | 17,90 | 13,05 | 10,93 | 25,48 |
CiU. JxCAT. DL. CDC** | 38,47 | 30,68 | 39,59 | 15,08 | 13,92 | 21,75 |
ERC-Cat Sí. ERC**. | 7,00 | 13,68 | – | 15,98 | 18,17 | 21,49 |
PSC-PSOE (2) | 18,32 | 14,43 | 12,72 | 15,70 | 16,12 | 13,94 |
CatComú Podem. EN COMÚ. ECP. ICV-EUiA* | 7,39 | 9,89 | 8,94 | 24,74 | 24,51 | 7,48 |
CUP. CUP-Alt.Esq. | 3,48 | 8,21 | 4,47 | |||
PP | 12,33 | 12,99 | 8,49 | 11,12 | 13,36 | 4,26 |
*Se acoplan los datos de ICV-EUiA de 2010 y 2012 con los de CatSiquesPot y CatComú Podem de 2015, 2016 y 2017.
**En 2015 ERC y PdeCat fueron juntos bajo la sigla de JunstxSí. Esos datos del 2015 pertenecen a los dos, pero por simplificar los asociamos a CiU. JxCAT. DL. CDC, dado que el 21D obtuvo más votos que ERC
Dada la dinámica previa a las elecciones del 21D, no es posible hacer un análisis riguroso en términos de derecha e izquierda. Partidos de uno y otro bloque tienen una buena mochila de “votos prestados” que no son de su ideología. Es el caso más claro de Manresa, una ciudad de notable orientación nacionalista en la que C’s ha crecido menos y donde sufren más los Comunes en relación con las generales, lo que prueba que en ciudades como ésta, el voto nacionalista tiene un buen talego de “votos prestados” que son de orientación popular y de clase. Similar caso es el de Mataró, aunque menos acusado.
Un análisis pormenorizado de los resultados por provincias y ciudades de más de 50.000 habitantes nos puede dar alguna de las claves.
En primer lugar la ciudadanía catalana en su mayoría, rechaza las opciones de extrema derecha y parece que mayoritariamente no está de acuerdo con la declaración unilateral de independencia, ni siquiera con la independencia. Además, tal como ya dijimos, la población catalana vota claramente partidos de izquierda en las elecciones generales y partidos soberanistas en las autonómicas.
En segundo lugar, en el cinturón metropolitano de Barcelona, de población mayoritariamente inmigrante, el partido que más creció fue Ciudadanos en detrimento del PP y en parte del PSOE. Así por ejemplo en Badalona, feudo del PP por su discurso antiinmigración, con alcaldía hasta las últimas municipales, este partido pasó del 22,73% al 8,29%, mientras C’s pasaba del 4,11 al 31,04%. En estas ciudades, una buena parte del voto de sectores trabajadores y populares, fue a parar a las urnas de los españolistas del 155, por rechazo a la propuesta independentista y porque las posturas de referéndum pactado no fueron comprendidas. Parecido son los casos de Santa Coloma de Gramanet, Viladecans y Reus en Tarragona .
En tercer lugar, en las ciudades de claro voto de derecha, como es el caso de Castelldefels, antes derecha catalanista, se suma ahora a los brazos de C’s. Además, en estas ciudades, el voto de Unió Democrática, claramente un voto de derecha democristiana, no se sumó en gran medida a la urna del PSC, pese al pacto previo que sellaron. Buen ejemplo de ello está en Granollers y en la propia provincia de Tarragona. El PSC-PSOE retuvo mejor sus votos en zonas populares del Vallés y el Llobregat: Cornellá, L’Hospitalet, Mollet, El Prat, Rubí, Sant Boi y otras con menos implantación nacionalista. Si bien, en casi todas ellas el PSC pierde y Ciudadanos gana: por ejemplo en L’Hospitalet, el PSC pierde 8 puntos porcentuales con respecto a las autonómicas de 2010 y el C’s pasa de 4,74 por ciento a 33,39 por ciento. En todas ellas, CatComú obtuvo excelentes resultados en las generales y mucho más bajos en las autonómicas.
Por provincias se observa una notable tendencia al nacionalismo en Gerona y Lérida y menos acusado en Barcelona y Tarragona. En esta última provincia, la tendencia es claramente hacia la derecha nacionalista y no nacionalista.
En definitiva, el recurso al 155 no ha desatascado ninguna situación endiablada. Mas bien lo dejó todo peor.
La imposibilidad de una salida aceptada democráticamente por todos los contendientes hace inviable una solución a corto plazo. Y por tanto pone en la cabeza de muchos la posibilidad de unas nuevas elecciones.
Esperemos que el recurso a las banderas que iniciaron los entusiastas de la ultraderecha y continuaron los españolistas monárquicos, no termine -en contra de la opinión de alguno de los próceres de la unidad patria-, en volver a declarar fiesta el 18 de julio.
La crisis de Cataluña es una gran crisis del Estado. La burguesía catalana huyó hacia adelante, pero de ahí a considerar idiotas a más de 2 millones de catalanes hay un tramo de despropósito. Como afirmaba un madrileño, presentado en la lista de ERC: “el independentismo no es una cosa de cuatro locos, de cuatro delincuentes, de la burguesía corrupta, del 3%, el independentismo es un movimiento social profundo, arraigado”.
Unos defienden la patria catalana; otros la patria española y su bandera. Y otros luchamos porque nuestra patria y nuestra bandera sean las de la gente que tiene dificultad para llegar a fin de mes, que no tiene trabajo, que la echan de casa porque no tiene para pagar el alquiler o la hipoteca, que pasa frio, que sufre violencia de género… Y todo esto sea en Marsella, en Sebastopol, o en Gerona.
Sigamos pensando en el paro y los contratos precarios, las pensiones congeladas, el coste de la energía y los grandes beneficios de las energéticas y las multinacionales con la anuencia del Estado, el deterioro del Estado del Bienestar y los servicios públicos, la corrupción, el envejecimiento de la Constitución, el uso partidista de las instituciones, la violencia sobre las mujeres, la emigración de nuestros jóvenes talentos, ….
Seguiremos escribiendo todos los 5 de enero a los Majos de Oriente y pidiendo una plancha para alisar este país.
J. M. Álvarez-Pravia
Nota: Para tener más información sobre el tema y ver un estudio más amplio se puede consultar y descargar este PDF: Todo sigue peor (edición ampliada)
La Academia de la Lengua acaba de incluir en su diccionario el vocablo posverdad con la siguiente acepción: Distorsión deliberada de una realidad, que manipula creencias y emociones con el fin de influir en la opinión pública y en actitudes sociales.
En las diferentes reacciones a las elecciones catalanas del pasado día 21, tanto de representantes políticos como de medios de comunicación, hemos visto un reiterado recurso al enunciado de posverdades. Comento alguna de ellas.
El resultado de las elecciones demuestra el fracaso del artículo 155. No es cierto. El recurso al 155 permitió desatascar una situación endiablada y convocar unas elecciones que, al margen de condenas retóricas, fueron aceptadas por todo el mundo, se desarrollaron con una normalidad ejemplar, tuvieron una participación inusitada y permitieron hacer una extraordinaria radiografía de la realidad política de Cataluña. Además sienta un precedente que introduce un elemento de normalización en el sistema constitucional español.
El resultado de las elecciones supone el triunfo de la república catalana. No es cierto. Si Convergencia tenía un problema, el 3%, la república catalana tiene otro problema, el 48%. Si para algo sirvieron estas elecciones, fue para revelar con precisión los sentimientos y las voluntades de la ciudadanía de Cataluña. Un 48% de firmes partidarios de la independencia es mucho, es algo a tener muy en cuenta. Pero no es suficiente, en modo alguno, para proclamar la independencia.
Ciudadanos ha obtenido una gran victoria, ha ganado las elecciones. No es cierto. Ciudadanos ha obtenido un importante éxito electoral y se ha reforzado como la principal fuerza de oposición en el Parlamento de Cataluña, pero no ha ganado ninguna victoria. Vencer significa alcanzar el poder y las posibilidades de Ciudadanos de gobernar en Cataluña, hoy por hoy, son mínimas.
¿Quién ganó las elecciones en Cataluña?
Difícil respuesta. Está mucho más claro saber quién las perdió.
Un primer gran perdedor es, sin duda, el PP, que queda barrido del mapa político catalán, probablemente de manera definitiva, y sufre un duro golpe en su imagen en el ámbito estatal. Rajoy arriesgó mucho: dando por perdida electoralmente Cataluña, apostó porque gestos de dureza contra el independentismo le proporcionaran rendimientos en el resto del país que compensaran el desgaste provocado por la corrupción. Pero lo que quizá no calculó es que un ridículo tan grande en Cataluña pudiera estropearle toda la operación. Y, encima, meter la competencia de Ciudadanos en casa. Al PP le esperan unos meses difíciles, con la cuestión catalana sin resolver y la marea de asuntos judiciales cayéndole encima. La perspectiva de una seria división electoral de la derecha parece bastante previsible, así como la de un futuro gobierno de coalición Ciudadanos-PP, sin Rajoy, para la próxima legislatura.
Un segundo gran perdedor es la izquierda, las fuerzas de izquierda en general. Ya desde un primer momento estaba claro que todo el proceso de Cataluña era un terrible factor de desgaste para la izquierda, tanto dentro como fuera de Cataluña. A ello se une, quizá, un ambiente general de retroceso de la izquierda que estamos viendo tanto en Europa como en América: de una izquierda que no acaba de ofrecer unos mensajes convincentes, ni por parte de sus sectores moderados, ni de los más jóvenes y radicales. En el caso de Cataluña, está claro que las elecciones conceden la iniciativa a los sectores más derechistas, tanto en el campo catalanista como en el españolista.
¿Quién gana, pues? No hay ningún claro vencedor. Desde luego, Ciudadanos obtienen un importante éxito que los catapulta como fuerza ascendente en el conjunto del Estado. Pero el triunfo político pertenece a las fuerzas independentistas, que alcanzan la mayoría parlamentaria y obtienen una victoria moral al haber resistido con éxito la ofensiva gubernamental. Pero es un triunfo que aparece limitado por dos factores de primera importancia: el primero es su división interna, que sin duda va a reducir su eficacia política; el segundo, y más importante, es su parcial representatividad social, que no consigue superar la mitad de la población catalana. Se podría decir que el independentismo catalán mantiene la hegemonía política e ideológica, pero no alcanza la mayoría social.
¿Y ahora qué?
En realidad, estamos otra vez en el punto de partida, aunque con algo más de experiencia, que quizá las partes contendientes sepan aprovechar en beneficio de todos. De cara al futuro, existen dos posibles perspectivas, con una infinidad de versiones intermedias. Perspectiva A: el empantanamiento. Perspectiva B: la solución. La Perspectiva A puede tener muchas variantes, pero en esencia ya la conocemos, la estamos viviendo, la representan el tándem Rajoy- Puigdemont, y probablemente seguirá dando coletazos durante tiempo. A juzgar por el resultado de las elecciones, lo que la sociedad demanda es más empantanamiento; y creo que lo tendrá, aunque también tiendo a pensar que, poco a poco, la necesidad irá empujando hacia la perspectiva B. De ésta segunda ya hablamos en muchas ocasiones: pasa por el reconocimiento del conflicto, porque las partes se reconozcan y se respeten, por el cese de los insultos y las provocaciones mutuas, por un respeto de la legalidad por parte de las instituciones catalanas; y, a partir de ahí, un nuevo proceso constituyente, un federalismo asimétrico, un reconocimiento de la singularidad de Cataluña y Euskadi, una clarificación de las competencias del Estado, una solución equitativa a la cuestión de la financiación, una ley electoral justa, un referéndum en toda España para aprobar la Constitución y, después de todo ello, si las circunstancias todavía lo exigieran, un referéndum de autodeterminación en Cataluña con unas condiciones claras y previamente pactadas, inspiradas en el modelo Quebec.
Autor: Cheni Uría.
En 1901 apareció en Asturias, un periódico diario con el título El Progreso de Asturias. Se conocen y están digitalizados en la Biblioteca Virtual de Prensa Histórica, y en la Biblioteca Virtual del Principado de Asturias, ejemplares de los años 1901, 1902 y 1903. Por la cabecera se puede comprobar que estaba editado en Oviedo en la Imprenta La Económica. El primer ejemplar digitalizado data del jueves 31 de octubre de 1901 y corresponde al número 178. Y el último ejemplar digitalizado es del jueves 31 de diciembre de 1903 y corresponde al número 614.
El Progreso de Asturias fue un diario asturiano de orientación republicana y liberal, características del pensamiento de su época. Se sabe que en él escribieron algunos personajes tan relevantes como Ramón Pérez de Ayala, Joaquín Costa y otros.
Sirva como ejemplo el artículo de Costa publicado en el número 411 de 30 de abril de 1903 que reproducimos a continuación:
LOS VENCEDORES
He aquí las manifestaciones que han hecho a El Liberal los diputados republicanos electos por Madrid, que se encuentran en aquella capital:
Nunca Madrid, ni aun en aquel espantoso Dos de Mayo que atrajeron sobre nuestras cabezas los dos primeros reyes ilegítimos de la dinastía, fue interprete tan fiel del pueblo español como en el día memorable de anteayer, que será histórico para esta triste nación, a quien teníamos ya por expulsada definitivamente de la historia.
Y nunca yo podría haber soñado con poner a mi insignificante carrera de hombre casi público tan glorioso remate. Con una o con otra representación, desde fuera del Congreso lo mismo que si estuviese dentro, yo pagaré, en la medida de mi pequeñez, la deuda que acabo de contraer con esta querida y venerada villa, lo mismo que con Gerona y Zaragoza, baluartes como ella de la nacionalidad, y que como ella también se disponen a alinearse detrás de las trompetas de Jericó para dar cima a la revolución.
Joaquín Costa.
Con idéntico título se editó en La Habana, entre 1919 y 1957, una revista elaborada por la numerosa colonia de emigrantes asturianos en la isla de Cuba. En la Fototeca del Muséu del Pueblu d’Asturies existe un buen documento archivístico de este Progreso de Asturias, formado por varios miles de fotografías, de numerosos concejos. Son fotografías originales de las que se fueron publicando en la revista, muchas de ellas enviadas desde Asturias (pueblos, villas, ciudades, fiestas, personalidades, reuniones, escuelas, escenas costumbristas, etc.). Estaba dirigida la revista por Julián Orbón. Prometemos ir reproduciendo periódicamente diversos documentos de estas publicaciones. Estos son los enlaces hasta ahora. Habrá más.
Cuando vamos a finalizar 2017 y miramos nuestro país en retrospectiva, nos viene a la memoria la convulsa historia del siglo XIX y primera mitad del XX en España. Ahora, en pleno siglo XXI, vuelven a aparecer los viejos fantasmas del pasado, esta vez en medio de, o cruzada con, una profunda crisis social y de valores democráticos. En el cuarenta aniversario de los debates para la elaboración del actual Constitución –el pasado 6 de diciembre se cumplió el 39 aniversario de su aprobación-, se ha vuelto a poner de manifiesto que aquel acuerdo de 1978 resulta hoy insuficiente por todos los costados.
Y no solamente por el llamado problema territorial, que lo es y quizás el que más ha desequilibrado la monarquía aprobada en el 78. También porque la sociedad ha cambiado lo suficiente en estos 40 años como para pensar en que ni las gentes, ni la situación social, cultural y política es la misma.
Por todo ello, los próximos tiempos deberán ser escenario de definiciones y planteamientos que sirvan a toda la ciudadanía y no de privilegios para unos pocos.
Con esa voluntad nacemos de nuevo.