¡Me encantan las elecciones!

¡Me encantan las elecciones!

No sé si es porque en mi juventud peleé mucho para que en este país hubiera elecciones de una puñetera vez, pero no deja de sorprenderme la reacción generalizada de indignación ante la actual convocatoria electoral. Se habla de fatiga ciudadana ¡Qué absurdo! A mí hay muchas cosas que me fatigan, por ejemplo pagar el recibo de la luz y del gas cada poco tiempo, pero no conozco nada menos cansado que acudir a depositar un voto. Las elecciones son un mecanismo indispensable en democracia y hay que recurrir a ellas cuantas veces sea necesario: eso es algo que en cualquier país europeo saben y practican desde hace muchos años sin rasgarse las vestiduras.

De lo dicho hasta ahora no se deduce que que a mí no me cabreen también muchas de las cosas que ocurrieron estos días atrás. También me cabrea la repetición de las elecciones, pero no porque haya que votar otra vez, sino por miedo a perderlas. Lo que me cabrea es que el PSOE y Podemos hayan decidido tan alegremente jugarse a la ruleta rusa el futuro de todos nosotros. Creo que ambos partidos realizaron un ejercicio de irresponsabilidad. No tiene mucho sentido a estas alturas especular sobre las razones que les movieron a uno y a otro para llegar a esta situación, pero lo que sí parece claro es que los riesgos de la operación, al menos vistos desde hoy, superan con creces los inconvenientes que pudiera haber acarreado algún tipo de acuerdo.

¿Qué tipo de acuerdo hubiese sido  más oportuno? Está claro que cada parte tenía sus puntos de vista. Yo voy a exponer los míos. En mi opinión la fórmula más realista y más favorable para todas las partes hubiese sido un gobierno del PSOE, con algún ministro independiente de la confianza de Podemos y con un programa de gobierno pactado.

Nunca entendí la obsesión de Podemos por entrar en el gobierno. Hay que tener muy en cuenta que se trataba de un gobierno sin mayoría absoluta y, por lo tanto, muy débil, con la amenaza de una recesión económica y la crisis catalana encima. En esas condiciones, la presencia de Podemos hubiese limitado su capacidad de maniobra y acentuado su debilidad frente a los ataquers de la derecha. Al mismo tiempo, Podemos quedaría más pillado, con menos independencia, mientras que, manteniéndose fuera, podría siempre ejercer un control parlamentario y conservaría mayor capacidad de crítica. Y podría ser una fase preparatoria para otra posterior más avanzada, mientras que un gobierno de coalición fracasado probablemente sería negativo para ambos y abriría paso a la derecha.

Pero todo eso es agua pasada. Lo importante ahora es lo que puede ocurrir el 10 de noviembre. Y ahí, lo que me asusta es encontrarme con tanto «indignado» en las filas de la izquierda. No digo que no haya motivos para poner pingando a los actuales dirigentes de la izquierda, pero no es menos cierto que el día que este país esté gobernado por un Bolsonaro o un Salvini, ese día sí tendremos motivos para estar cabreados de verdad. Por eso, lo de ir a votar en noviembre no es ninguna tontería. Una vez más, nos jugamos mucho. La cuestión de a quién votar es una cuestión menor. Como decía el otro día mi sabio amigo Miguel Muñoz, en unas elecciones nunca se vota a favor, siempre se vota en contra. Lo importante es tener claro contra quién hay que votar. Y sobre eso, no cabe la menor duda.

Cheni Uría

Vox, el fascismo y el descontento social

Se discute mucho estos días sobre si procede o no llamar fascistas a los de Vox. Tengo delante una muestra de tal debate, un artículo bastante malo firmado por Juan Cruz que nos explica que Vox no tiene nada que ver con el fascismo y que además la culpa de todo lo que está ocurriendo la tienen Pablo Iglesias y los errores de la izquierda. Ahora lo bien pensante es echar las culpas de todo a los errores de la izquierda. Vaya por dios. Como si Aznar y la extrema derecha hubiesen nacido ayer.

A mí, el debate sobre si los de Vox son o no fascistas me resulta aburrido y tiendo a sospechar que subyace en él un vano intento de extender la tinta del calamar sobre un problema a todas luces muy grave. Sin duda, cuando los llamamos fascistas, o cuando identificamos a Vox con la Falange, como hice yo en unas recientes notas, estamos abusando de los términos históricos, recurriendo en cierta medida a la retórica y, por qué no, al insulto. Es evidente que la realidad económica y social de hoy es muy diferente a la de los años treinta del siglo pasado, como son muy diferentes las estructuras políticas y las relaciones internacionales. Le Pen no es Hitler, ni Abascal es José Antonio. (Tampoco Garzón es la Pasionaria). Pero eso no quiere decir que no existan parentescos ideológicos y líneas de continuidad en muchos aspectos relevantes que den legitimidad a tales identificaciones.

Es necesario introducir la distinción entre Vox y sus votantes. (Aunque esa distinción es válida para cualquier otro partido). Por lo que se refiere a su núcleo partidista, lo que conocemos hasta el momento responde fielmente al modelo de la extrema derecha española clásica y de sus fundamentos ideológicos, con una expresa vinculación afectiva al franquismo y una reivindicación de su necesidad histórica, a lo que se superpone un alineamiento con la actual extrema derecha europea en expansión. Es de suponer que en los próximos tiempos conoceremos mayores concreciones programáticas, así como una más intensa actividad de calle. De momento ya están empezando los ataques contra los monumentos a las víctimas del franquismo y del holocausto. De momento.

Los votantes de Vox en Andalucía, por los datos que van llegando, son en su mayor parte antiguos votantes del PP y proceden sobre todo de las comarcas en donde hay una mayor presencia de inmigrantes. Hay también una parte minoritaria de antiguos votantes del PSOE y de Izquierda Unida-Podemos. Es decir, de lo que sabemos hasta el momento podemos deducir que la mayor parte de los votantes de Vox son gente de derechas radicalizada que hasta ahora se mantenía bajo el paraguas del PP.

Pero hay una parte de votantes de Vox, parece que todavía no muy significativa, que procede de las filas de la izquierda. Esto es algo que no nos resulta sorprendente, pues ya sabíamos que buena parte del electorado del Frente Nacional en Francia venía del ámbito de influencia del antiguo PCF. Se trata probablemente de un voto de rechazo muy condicionado por la crisis económica y sus consecuencias.

La crisis de 2008 transformó las sociedades occidentales y alteró profundamente sus sistemas de representación política. Desde entonces, un clima de incertidumbre y descontento se va extendiendo en sectores muy amplios de la población, que se ven afectados en mayor o menor grado por la pobreza o temen serlo en un futuro próximo. Lo que vamos viendo en estos últimos años es que ese descontento social se manifiesta de manera muy diversa y multidireccional, bajo la forma tanto de movilizaciones sociales como de drásticos cambios político-electorales. De los segundos, tenemos un ejemplo llamativo en la situación política italiana; y otro en las recientes elecciones andaluzas. De los primeros, en nuestro 15 M y en los actuales chalecos amarillos franceses. En estas grandes movilizaciones sociales parece que la orientación del movimiento y su proyección política futura depende en gran medida de qué grupo social tome la iniciativa, «tire la primera piedra» y arrastre al resto del conjunto social más amplio. En el 15 M fue la juventud progresista. En Francia, parece que son las clases medias con miedo al futuro. Los resultados pueden ser muy diferentes.

Es en este punto donde me gustaría hacer algún comentario sobre una cuestión bastante problemática por lo que tiene de incierta y un tanto especulativa. Me refiero a lo que podríamos llamar el problema de la reacción identitaria.

Los síntomas parecen abundantes: en Europa, en EEUU, en Brasil… El fenómeno Trump es sumamente expresivo: una buena parte de los hombres blancos estadounidenses no pudieron soportar que un negro fuera presidente durante ocho años. Nunca más. Y que encima una mujer pretendiera sucederle, ¡el colmo! La presidencia de Trump constituye, en buena medida, una reacción identitaria de los hombres blancos y pone de manifiesto unos fenómenos que encontramos también con fuerza en Europa: el rechazo por parte de sectores de la población hacia las políticas migratorias y hacia las políticas de género. Una y otra cuestión no son equiparables, ni afectan a los mismos sectores sociales, pero tienen en común que atentan contra algo tan difuso y potente como son las identidades colectiva e individuales. Las repercusiones electorales que tienen las grandes concentraciones de inmigrantes sobre importantes sectores de la población autóctona están de sobra contrastadas en Alemania y en otros muchos países europeos, y ahora en Andalucía. Los sectores sociales más golpeados por la crisis son muy susceptibles ante los sentimientos de agravio comparativo que les producen en muchas ocasiones determinadas políticas de apoyo social a los inmigrantes. A la vez, la experiencia histórica demuestra que, en situaciones de miedo al futuro e incertidumbre, es una reacción frecuente la de buscar la responsabilidad de los propios males en chivos expiatorios generalmente elegidos entre los que son diferentes. Más especulativo es lo que se refiere a una posible repercusión electoral del descontento hacia las políticas de género: yo, al menos, carezco de datos.

Nada más lejos de mis intenciones sugerir ningún tipo de retroceso en las políticas de asilo y solidaridad con la población inmigrante, ni con las de igualdad entre hombres y mujeres. Pero sí llamaría la atención sobre la necesidad de ser receptivos ante las preocupaciones de los sectores sociales que se sienten afectados negativamente por ellas: la necesidad de una atención especial a los sectores autóctonos más golpeados por la crisis que viven en contacto con los inmigrantes, la mejora de los servicios sociales en las áreas de mayor inmigración, la puesta en cuestión de las políticas de discriminación positiva en ámbitos que quizás en un momento dado pudieron tener sentido, pero en este momento son más fuente de agravios que otra cosa, etc.

El descontento social es una realidad y hay motivos de sobra para ello. La extrema derecha es otra realidad, llamémosla como la llamemos. Y es extrema, aunque algunos traten de vestírnosla de lagarterana. Y el descontento social es un buen caldo de cultivo para el crecimiento de la extrema derecha, siempre lo fue. En tiempos de incertidumbre, mucha gente lo que busca es seguridad, autoridad, disciplina. moralidad. Y eso conecta bien con los mensajes de la extrema derecha: contra el lío de los partidos políticos, de los «profesionales» de la política, de las autonomías, de los separatismos, de los matrimonios homosexuales, de tanto moro y negro por la calle …

No es fácil ¿Errores de la izquierda? Una parte de la izquierda, la más moderada, mayoritaria, participó activamente en el gobierno de Europa occidental durante toda la segunda mitad del s. XX (en España sólo en el último cuarto) y contribuyó decisivamente a un periodo de muy fuerte bienestar; pero también a consolidar una sociedad extremadamente desigual e injusta. Y muchos de los perdedores en ese reparto desigual no se lo perdonan y no confían en ella. La otra parte, la más radical, minoritaria, nos identificamos con experiencias desastrosas que nos hicieron perder toda credibilidad, propusimos algunas ideas afortunadas, defendimos causas justas y, entre lo uno y lo otro, perdimos vínculos con las amplias mayorías sociales y capacidad para influir en ellas.

Mi gran preocupación es que la izquierda, esa extraordinaria creación de los siglos XIX y XX, tenga capacidad para asumir la tarea de encabezar el descontento social en estos comienzos del s XXI y orientarlo en un sentido progresivo. A raíz del 15 M, Podemos se presentó como algo nuevo, diferente. Nadie sabíamos muy bien qué, pero era prometedor. Pero quizás nació excesivamente lastrado por los orígenes de sus fundadores (las Juventudes Comunistas) y por el temprano aluvión de los restos de la izquierda radical política y sindical del posfranquismo y la transición que se le sumaron de inmediato y contribuyeron a configurarlo muy pronto como otro partido más de la izquierda clásica.

Pero hablar más de la izquierda queda para otro día.

Cheni Uría

Reforma o Ruptura?

El Viejo Topo publicó en noviembre de 2017 el libro de Enrique González de Andrés ¿Reforma o ruptura?: Una aproximación crítica a las políticas del Partido Comunista de España entre 1973 y 1977. Programa, discurso y acción sociopolítica

Reforma o ruptura   El papel desempeñado por el Partido Comunista de España (PCE), en la década de los años sesenta del pasado siglo, no puede desvincularse de los cambios que se han producido tras la muerte del dictador y la posterior metamorfosis de la dictadura franquista en el embrión de incipiente democracia en España. Sus políticas han influido en las presiones sociales, para la instauración de un régimen democrático. Para calibrar más adecuadamente dichas presiones, es imprescindible investigar el programa, el discurso y la acción política del PCE, a lo largo de aquellos años, y correlacionarlo con todas las manifestaciones políticas del contexto, lo que constituye el elemento que vehicula el presente trabajo. Por ello, se ha apostado por interrelacionar acontecimientos económicos, sociales y políticos del periodo con las actuaciones practicadas por el PCE, tratando de desvelar, desde una aproximación crítica, hasta dónde llegó su influencia y qué alcance tuvieron.

A raíz del conocimiento que tenemos de los hechos históricos posteriores, y la realidad histórica del devenir de la “transición democrática”, ya podemos asegurar que la estrategia y la táctica elaboradas por el Partido Comunista de España, no se tradujo en un beneficio e importancia ni para el propio PCE, ni tampoco para las clases populares más desfavorecidas.

Los aparatos de Estado más importantes: el poder de los monopolios y las multinacionales, de la oligarquía financiera e industrial; el poder judicial; las fuerzas represivas y militares; la brecha salarial de las mujeres y las crecientes diferencias entre los más poderosos y los más débiles; la dependencia de las estructura militares y económicas del imperialismo; la estructura del Estado que nos legó Franco; el control de los medios de comunicación de masas; la corrupción política y otros muchos ejemplos, no han sufrido variaciones sustanciales.

En consecuencia, parece pertinente el trabajo de González de Andrés y la necesidad de seguir investigando en dicha cuestión.

enrique Gonzalez de Andres   ENRIQUE GONZÁLEZ DE ANDRÉS es Doctor en Historia por la Universidad Nacional de Educación a Distancia (UNED), y se ha especializado en las políticas del Partido Comunista de España durante el franquismo y la Transición, sobre la evolución de la clase trabajadora y de la economía española a lo largo de la segunda mitad del siglo XX, así como sobre las transiciones políticas.

Nadie pudo con ellos

«Hubo muchos españoles que nunca se doblegaron, ni se acobardaron, ni se sometieron al poder de un hombre que impuso su propia ley por la fuerza. Cuando en España llovían piedras, aguantaron la tormenta, soportaron palizas, golpes físicos, morales y políticos, pero siempre se mantuvieron de pie. Este libro nace de la curiosidad que despiertan seres humildes y extraordinarios que se juegan la vida por los demás, que no se abandonan a la desesperanza, a la amargura o al cansancio. ¿De qué están hechos los héroes que resisten huelgas de hambre, torturas y años de cárcel?

¿Por qué hay personas capaces de trascender y elevarse por encima de un destino atroz, y otras, sin embargo, se comportan como sabandijas?»

Así se expresa la autora de Nadie pudo con ellos, la conocida periodista y escritora Nativel Preciado.

  Cuando faltan pocos días para que los pueblos de España se conviertan en un clamor en defensa de los derechos y la igualdad de la mujer, queremos presentar este trabajo de Nativel Preciado, en el que refleja la lucha de un símbolo, que fueron muchos símbolos, personificado en este caso en Josefina Samper y su compañero Marcelino Camacho.

«… Si he elegido a Josefina Samper, la viuda de Marcelino Camacho, como hilo conductor de esta crónica histórica es precisamente porque habla de lo que vivió en primera persona, momentos inolvidables de los sesenta años que vivió junto al líder sindical, con absoluta espontaneidad y sin manipulaciones interesadas. Una mujer luchadora, como muchas más, comprometida políticamente desde muy niña.

Nadie pudo con ellos’, es la crónica de la vida del líder sindical Marcelino Camacho contada a través de la voz de su viuda. Nada más y nada menos.

La familia Camacho fue un ejemplo de resistencia y dignidad. Recibieron golpes físicos, morales y políticos, pero se mantuvieron en pie. Habrá quien les reproche su ideología o sus errores políticos, pero nadie les niega su valor, su fuerza de voluntad, su capacidad de ser solidarios y, en definitiva, su honestidad.

Marcelino Camacho murió, sin doblegarse y sin someterse, a los 92 años y pertenece a esa clase de héroes humildes que luchan pacíficamente, resisten y no ganan. Me interesan más que los vencedores o los que ganan batallas. La curiosidad por estas personas que son capaces de soportar torturas, cárcel, penurias, privaciones, fracasos y a pesar de la adversidad, nadie les aparta de su esforzada lucha cotidiana, es lo que me llevó a escribir estas páginas en las que me pregunto…»

Y afirma: Si en tiempos más difíciles los protagonistas de este libro pudieron resistir, sus nietos también lo harán.

“Un esforzado sindicalista, en la actualidad, no es el que se enfrenta al patrón, sino el que facilita la vida al empresario. Las nuevas relaciones laborales exigen empleados productivos, dóciles y, a ser posible, indefensos. La salvación ya no es colectiva, sino individual y, además, ya no están los de arriba frente a los de abajo, sino los instalados frente a los excluidos del sistema. La situación económica y financiera vuelve a ser, si es que alguna vez dejó de serlo, comprensiva con el ganador y despiadada con el perdedor. Se impone, de nuevo, la idea insolidaria de que cada cual se hace a sí mismo y se merece su destino. Nos encontramos en uno de esos periodos regresivos en los que se cumplen las peores expectativas”.

Las nuevas generaciones que irrumpen en la vida española y en la lucha de nuestros pueblos, tienen en las escenas que se representan en este libro de Nativel, un bien espejo en el que mirarse.

Como ella misma dice “el tiempo es sólo una actitud y si le perdemos miedo nunca seremos viejos”.

Libertades democráticas en peligro

Los buenos conservadores españoles abortan en Inglaterra, ahorran en Suiza, cazan elefantes en Botswana y se manifiestan en la intimidad. En España es cada vez más difícil ejercer derechos democráticos básicos porque se está restringiendo el ejercicio de las libertades democráticas. So pena de arriesgar el derecho a pagar multas, procesamiento y cárcel. Y no sólo el derecho de manifestación.

Estamos asistiendo a un torrente de casos de detención y procesamiento de humoristas, sindicalistas, periodistas, manifestantes, blogueros,… sin precedentes. Mientras tanto y de forma paralela, desde el Ministerio del Interior se asciende a coronel al hijo de Tejero, que fue cesado por celebrar el aniversario del 23-F, o se mantiene en loas del Gobierno a torturadores y golpistas reclamados por la justicia argentina como el excapitán de la Guardia Civil Jesús Muñecas Aguilar o el torturador ‘Billy el Niño’.

Estamos dirigidos por personajes tan “brillantes” y “eficientes” que todo lo encomiendan a los dioses del cielo, que suelen ser los dioses de los paraísos fiscales y de los bancos suizos. Recordemos que la conocida “Ley mordaza”, importante motor de esta deriva autoritaria y antidemocrática fue promovida por el anterior Ministro del Interior, quien se basaba en el ‘amparo divino’, para lo que concedía una medalla policial a una Virgen, la medalla de oro al mérito policial a la Virgen del Amor. En definitiva: “a Dios rogando y con el mazo dando”. Con motivo de la aprobación de dicha ley la prensa internacional acusó a Rajoy de ir “camino de una dictadura”. “Camino a una dictadura”, “amenaza a la democracia”, “problemática”, “autoritaria”, todos ellos términos que han aparecido en la prensa internacional, en relación al anteproyecto de Ley de Protección de la Seguridad Ciudadana (apellidada ‘ley mordaza’). Las críticas a dicha ley aparecieron en el diario británico The Guardian, el alemán Die Tageszeitung (TAZ), y otros rotativos europeos.

En el momento actual los dirigentes del PP con el apoyo entusiasta de Ciudadanos, se plantean la reforma del Código Penal, y la modificación de la Prisión permanente revisable para endurecerla en varios supuestos, lo que en la práctica será un recorte más de los derechos humanos y un camino hacia la restauración de la cadena perpetua, prohibida en la Constitución que ellos no aprobaron y que hoy defienden entusiásticamente. Dentro de nada, nos vendrán con la propuesta de restaurar la pena de muerte y el garrote vil.

Luego ya se verá a quienes se aplican.

Seguiremos denunciando la deriva autoritaria y el camino al estado policial. Las fuerzas policiales deben estar para garantizar la seguridad de los ciudadanos y el libre ejercicio de los derechos y libertades (Artículo 104 de la Constitución) y no para reprimir manifestaciones pacíficas como hemos comprobado recientemente; para limitar la libertad de expresión; o para espiar a los adversarios políticos ilegal e ilícitamente. Y sí deberán estar para perseguir a los corruptos que evaden impuestos o roban al erario público para luego llevar a Suizo sus botines. Y para evitar y perseguir casos que generan verdadera alarma social.

En una palabra: evitemos que el Estado convierta el ejercicio de los derechos y libertades en un delito.

Veamos el último colofón de esta historia:

En honor de Pí y Margall

El progreso de Asturias.  AÑO I.-NÚM. 229
OVIEDO.- Martes 31 de Diciembre de 1901
En honor de Pí y Margall

El Progreso de Asturias-cabecera- 31-12-1901

Los republicanos de la Coruña, como los de otras muchas poblaciones de España, organizaron una velada necrológica en honor del repúblico insigne. Se encargó de hacer el resumen el veterano D. Segundo Morena Barcia, cuyas elocuentes palabras leerán con gusto nuestros lectores.

Dijo así:

«Ya que por deber habré da hacer el resumen de cuanto aquí se dijo, procuraré ceñirme al objeto tristísimo de la velada en tanto apelo a toda la serenidad de mi alma, para consagrar unas frases de pálido elogio al eminente hombre cuya muerte llora España.

«lníciase la velada con los acentos de la juventud emitidos en la brillante oración del Sr. Casares y nada más oportuno y grato a le memoria del ilustre muerto, que el recuerdo de las últimas palabras de su .vida dirigidas a la juventud escolar de la Unión. Pero la gratitud obliga algo casa que al recuerdo; obliga a la aceptación y cumplimiento del exhorto por la independencia de la razón y la libertad de conciencia, siquiera lo rogase con el hilo ténue de una voz que se iba extinguiendo como su vida, para precipitarse pronto en los abismos de la eternidad. Y no obstante; ¡qué hermoso y conmovedor es el fallecer en la extrema ancianidad doctrinando la juventud, en tanto ésta le tributa su ovación frenética, delirante, precursora de la inmortalidad! Acaso esto no equivale por un capricho del destino, a morir uniendo en une síntesis suprema la cuna con el sepulcro?

«Luego sigue el obrero Sr. Novena, en representación de las desheredados de la fortuna, para tributar con sentida frase los honores fúnebres al grande hombre. ¡Ah! que Pi parece ser hijo de un obrero manual del que hubo de heredar con la honradez y el amoral trabajo, aquella naturaleza vigorosa que le permitió, quieto el músculo, derramar a raudales el fluido nervioso que supone le labor intelectual de cerebro tan extraordinario, por durante medio siglo. Por amor del obrero, emitió las más atrevidas doctrinas, arrostrando las iras del poderoso; por él mantuvo la igualdad de retribuciones, supuesto que el genio lleva en si mismo el galardón de su obra con la admiración que impone a su linaje, la fama, la gloria póstuma, la bendición de las generaciones futuras. Por amor del labriego encorvado sobre el surco que riega con su sudor, después de romper la tierra con el arado, despojaría al señor de grandes dominios si en el termino de tres años no los sometía al cultivo; de esta suelte, distribuyendo la tierra entre los colonos y a censo reservativo, creaba beneficios para el propietario propiedad para el colono, tributos par el Estado y aumento indefinido de la riqueza pública.

«Siguen los Srs. Torrente; Martínez Fontenla y de la Iglesia, que yo pudiera llamar intelectuales, para tejer con maravillosa elocuencia una corona fúnebre que ceñir en las sienes del hombre ilustre, del gran anciano. Sí, era de los vuestros, por la grandeza del genio, lo prodigioso del saber y la alteza de sus virtudes.

«La verdad es que todos hemos perdido un educador y un maestro; afirmaré aun que la Humanidad ha perdido uno de sus más bellos genios, la Patria una de sus glorias más legítimas y la República uno de sus más grandes directores y atletas. De ahí el dolor universal, en el extranjero, en los cuerpos colegisladores, aquí y en todas partes como correspondiendo a lo excelso de su nombre y a los merecimientos excepcionales de su vida.

«Y el pueblo con certero instinto, al conducir los restos mortales frente al templo da las leyes que él tanto había ilustrado, pidió con estruendoso grito que Ia bandera nacional descendiera a media asta en señal de duelo. La bandera ondeaba entones en honor de las glorias y alegrías de la monarquía patrimonial. ¿Conocía el pueblo aquellas memorables palabras de Saint Simón, escritas durante aquellos días aciagos para la Francia en que los reyes déspotas abarrotaban los calabozos de la Bastilla con las víctimas inocentes de sus furores. No lo sé. Lo cierto es que el pueblo mandó abatir la bandera y las alegrías del trono quedaron por un momento supeditadas a los restos gloriosos de D. Francisco Pí y Margall.

«He ahí al hombre cuyo cadáver siguen todos sin distinción de partidos, posición o rango, llevado en hombros y paseado por las calles de Madrid hasta depositar sus restos en el cementerio civil del Este, no sin antes cubrir su tumba de flores. Vedle que no lleva atributos de religión alguna, que el canto del sacerdote no le acompaña, que los blandones fúnebres no alumbran el camino; y sin embargo, mas de diez mil hombres le conducen por entre una multitud infinita que se descubre silenciosa expresando en su rostro la huella del dolor más intenso. Y es que sobre todas las miserias humanas, sobre nuestros vicios y pasiones, sobre nuestras creencias de opinión y secta, hay una religión suprema que flota sobre todas las demás malditas por la Historia, como engendradoras de universal ignorancia, superstición y fanatismo, por la sangre, lagrimas, crímenes, infamias de eterna execración que produjeran, y es la religión suprema e inmaculada de la ciencia y la virtud, única que el ilustre muerto profesara en vida. (Grandes y prolongados aplausos).

«Pi, Margall era un carácter; por eso perseveró en sus creencias basta la muerte. Su virtud espartana, la austeridad de sus costumbres, le mantuvo en la pobreza. En el hogar era sencillo e ingenuo. Hasta el último momento, recibió sobre su frente venerable el ósculo de sus hijos, ya hombres, esposos y padres, como en los días de la infancia. Aquel genio prodigioso gozaba y reía candorosamente las anécdotas graciosas y chispeantes que la vis cómica va recogiendo de la vida real. Era sincero y crédulo como un niño, en términos que algunos miserables abusando de la bondad de su corazón hubieron de estafarle a veces, hasta del pan de sus hijos.

«Apenas hará un año que le vi por última vez. Sin poder sustraerme a la visión, ahora se me aparece en noche para mi de imborrable recuerdo presidiendo la modesta mesa, de su casa honorable…

Aire fresco a la democracia

Los que hemos vivido la llamada “transición democrática” sabemos la cantidad de falsedades que se presentaron como ejemplo de libertad y democracia, oportunamente aireadas por los poderes mediáticos, fácticos y las fuerzas del acomodo bipartidista.

Recientemente están apareciendo diferentes opiniones revisionistas. Mientras algunos no paran de publicar libros, libelos y más patrañas, surgen algunas voces como la de Suso del Toro que no dejan de ser una bocanada de aire fresco que busca la verdad por encima de todo y en bien de la democracia.

Suso de Toro Santos es licenciado en Geografía e Historia por la Universidad de Santiago de Compostela, es autor de Otra idea de España y Siete palabras, entre otras novelas. Su obra Trece campanadas ha sido llevada al cine. Ha obtenido el Premio Nacional de Narrativa en el año 2003.

Por su interés reproducimos el artículo editado en el eldiario.es el 14/01/2018, con el título de “Orgullo español”

Nos enseñaron con un entusiasmo muy sospechoso que los súbditos del Reino de España deberíamos estar orgullosos de haber dejado atrás una dictadura y haber construido una democracia ejemplar y etcétera.

Pero nunca me sentí orgulloso, sabía perfectamente igual que cualquiera que tuviera uso de razón entonces que no era cierto. Franco murió en la cama luego de firmar sus últimas penas de muerte como rúbrica a la aplicación de la Ley de Sucesión y la instauración de una monarquía, para ello escogió y educó al nieto del que había sido rey Alfonso XIII de Borbón. Y se fueron ejecutando uno a uno todos los pasos previstos, el “atado y bien atado”, de acuerdo con los EE.UU. (Vernon Walters se encargó de ello a pie de obra) y la colaboración de Alemania Federal.

Leer más en http://www.eldiario.es/zonacritica/Orgullo-espanol_6_729387059.html

Los mejores y la vocación política. Soledad Gallego-Díaz

Reproducimos por su interés la intervención de la periodista Soledad Gallego-Díaz en la cadena Ser el día 12 de este mes de enero.

Los mejores y la vocación política

SOLEDAD GALLEGO-DÍAZ 12/01/2018 Cadena Ser

Elena Salgado cree que en el gobierno “deben estar los mejores, aunque no tengan vocación política”, como fue su caso. Es una afirmación muy discutible. Primero, porque da la impresión de que las dos cosas son incompatibles: o se forma parte de los mejores o se tiene vocación política. Y segundo, porque si los mejores no tienen vocación política, los gobiernos se convertirían en puras plataformas técnicas, algo que no es lo que votan precisamente los electores. La experiencia, y la historia, demuestran que los mejores gobiernos no son los integrados por los mejores técnicos, sino por los mejores políticos. En cualquier caso, está claro que la señora Salgado no tenía vocación política. En cuanto pudo, es decir rapidísimamente, volvió a la empresa privada. Respecto a la salida a Bolsa de Bankia, que se produjo durante su mandato, la exvicepresidenta aseguró que no hubo la menor intervención de su ministerio. “Ni miramos para otro lado ni dejamos de mirar. Simplemente, no era una cuestión de nuestra competencia”, dijo. Es una pena que aun no siendo cuestión de su competencia, la responsable de la economía de este país en aquella época ni mirara ni dejara de mirar una operación financiera tan importante, porque si lo hubiera hecho, quizás por pura vocación política, se habría dado cuenta de que algo estaba rematadamente mal. Pero claro, los mejores que no tienen vocación política solo se meten en sus puros asuntos.