Primeras impresiones

Primeras impresiones

 

Los resultados de estas elecciones, marcadas desde sus orígenes por el error, no son fuente de sorpresas, pero sí de preocupaciones.

1.- La extrema derecha neofascista aprovecha la ocasión que se le proporcionó innecesariamente para convertirse en un factor determinante en la vida política española, lo que puede suponer un cambio de trascendencia todavía difícil de evaluar.

2.- Las fuerzas de regeneración democrática y social continúan su rápido proceso de debilitamiento electoral, como acredita la evolución de los resultados de Podemos:

-Elecciones europeas 2014_   1.253.837 votos    7,98%     5 escaños (1)

–       »        generales 2015_   5.189.465    »       20,7%     69    »

–       »              »       2016 _  5.049.734    »        21,1%    71     »     (UP)

–       »              »       2019_   3.732.929    »        14,3%    42     »     (UP)

–       »        europeas 2019_   2.258.857     »       10,07%    6      »    (UP)

–       »        generales 2019_   3.097.185     »       12,8%     35     »    (UP)

3.- Aunque desde las elecciones de abril Unidas Podemos  todavía perdió el 17% de sus votos, la profundidad de la caída parece haberse atenuado y los tres millones largos que aún conserva permiten a sus dirigentes mantener el liderazgo. Lejos de cualquier autocrítica por su contribución a la actual situación, culpabilizan a terceros de sus resultados y se apresuran a reafirmarse en la exigencia de gobierno de coalición con la matización añadida de proporcionalidad.

4.- Las posibilidades de formar un gobierno progresista con un mínimo de estabilidad son menores ahora que antes. Todo apunta, pues, hacia un futuro próximo en el que los problemas continuarán pudriéndose y la derecha avanzando.

5.- Los resultados de Más País son muy pobres. El hipotético tirón electoral del líder no compensó las grandes debilidades del proyecto: inexistencia de una red organizativa, falta de medios materiales y humanos, exclusión de los grandes debates, imagen de división de la izquierda en un contexto de avance de la derecha y, sobre todo, sensación a medida que avanzaba la campaña de tratarse de un voto perdido. Ignoro las posibilidades que su nueva condición de parlamentario le puedan ofrecer a Errejón, pero me temo que su imagen pueda quedar dañada, al menos por un tiempo.

 

Cheni Uría

(1) Izquierda Unida, 6 escaños.

Más, o Menos

Hace algo más de cuatro años, un grupo de asturianos de diferentes sectores profesionales, sociales, sindicales y políticos, constituimos una plataforma con el fin de promover una candidatura unitaria de las fuerzas progresistas. Asturias por la Unidad estaba cruzada de hombres y mujeres de muy diversa procedencia y de diferente pensamiento: ecologistas, feministas, socialistas, comunistas, incluso algunos militantes de algún partido. Para las elecciones de diciembre de 2015 no logramos ningún resultado positivo, porque los actores principales, Podemos e IU, no se pusieron de acuerdo. Pero sí hubo candidatura unitaria en junio de 2016 y también hubo acuerdo para alcanzar el tripartito en el ayuntamiento de Oviedo.

Cuatro años después, todo parece indicar que no solo no habrá acuerdo unitario entre las fuerzas actoras progresistas, sino que la fragmentación va a ser mayor.

¿Por qué consideramos positivo para los sectores populares, un acuerdo electoral unitario de las fuerzas progresistas? La explicación es tan simple como que la historia de las elecciones pasadas, desde las primeras de 1977, demuestra que la unidad prima y la división castiga, al menos con la ley electoral actual. Los analistas que argumentan que la división de la derecha en Andalucía, favoreció la opción de Gobierno de PP y C’s con el apoyo de Vox, solo expresan un mantra en la etapa de fake news. El Psoe y Adelante Andalucía, perdieron las elecciones andaluzas de diciembre del 2 de diciembre de 2018 por la amplísima abstención que se produjo en esa ocasión, y que afectó a esas formaciones políticas.

La participación en unas elecciones tiene siempre un sentido transversal, porque los programas y las actuaciones electorales tienen un fin concreto: captar votos; y no se plantean directamente un cambio social. Los programas, las actuaciones y las campañas son, en muchos casos, operaciones de marketing, en las que operan diversas tendencias ideológicas y formas de pensar distintas, aunque tengan un común denominador.

Por todo eso seguimos pensando que lo positivo, hoy, como en diciembre de 2015, como en junio de 2016, y como el 28 de abril de este mismo año, hubiera sido un acuerdo unitario entre todas las fuerzas progresistas. Un acuerdo claro, trasparente, desde abajo; con plenas garantías para la celebración de unas primarias participativas y garantistas que hubieran potenciado la reactivación social. Y sobre todo, un proceso que tapone los personalismos y los hiperliderazgos. Para dar la palabra a la gente.

Seguimos mal, pero estaremos peor.

J. M. Álvarez-Pravia

Por qué apoyo la candidatura de Errejón

            Tengo que reconocer que cuando me hablaron por primera vez del proyecto de Más Asturies traté de disuadirles, considerando que en una circunscripción electoral de tan sólo siete diputados suponía una iniciativa demasiado arriesgada; y el riesgo no iba a compensar la previsible bronca que se iba a montar en los ambientes de izquierdas.

            Sin embargo, una vez que mis objeciones fueron desestimadas (lo cual, por otra parte, no deja de ser lógico, porque no suelo acertar en mis predicciones electorales), no dudé en dar todo mi apoyo: consideré que lo mejor que podía hacer dadas las circunstancias era contribuir, en la medida de mis escasas posibilidades, a que gente como Errejón, Carolina Bescansa y Joan Baldoví, tuvieran grupo parlamentario propio en el próximo Congreso de Diputados.

Hay dos razones principales que motivan ese apoyo. La primera responde a consideraciones a corto plazo. La entrada en el escenario parlamentario de un nuevo factor constituido por gente progresista inteligente, flexible, con capacidad intelectual y libre de ataduras previas facilitaría, sin duda, la superación del bloqueo político que tanto daño viene causando y tanto está contribuyendo a la extensión de un pensamiento populista reaccionario en la sociedad española.

La segunda es de más largo alcance y tiene que ver con mi percepción de la evolución de Podemos.

Podemos, conectado directamente con la explosión social del 15 M, significó un revulsivo extraordinario en la política española y una auténtica promesa de transformación. Pero, a la vez, experimentó un proceso muy rápido de anquilosamiento que le llevó a convertirse muy pronto en una reedición de las organizaciones tradicionales de izquierdas, con sus cualidades, pero también con todos sus defectos. Como ya señalé en algún otro escrito, a ello contribuyó muy probablemente el pronto desembarco en sus filas de cuadros y militantes procedentes de organizaciones políticas y sindicales anteriores, así como el hiperliderazgo de Pablo Iglesias y de Irene Montero y la consiguiente depuración de la mayor parte de los cuadros fundadores.

En esta situación, la formación de una referencia electoral nueva, aunque de momento sea todavía pequeña, pero que represente con más fidelidad el espíritu inicial de Podemos, puede suponer un revulsivo que abra nuevas expectativas. Expectativas de debate, de recomposición, de nuevos reagrupamientos…

Romper el bloqueo político, abrir nuevas expectativas en las fuerzas de cambio y de progreso… ¿Y los riesgos? ¿Y la división de la izquierda? ¿Y el peligro de que gane la derecha?

El peligro de que gane la derecha no viene dado porque se presente Errejón. Viene dado por la repetición de elecciones. Y de ello Errejón no tiene ninguna responsabilidad. La tienen otros. Y es fácil arrojar el estigma de división sobre las iniciativas nuevas: así, las entidades establecidas podrán permitirse el lujo de cometer todo tipo de errores, porque las novedades críticas siempre vendrán a dividir. Esa es la lógica del conservadurismo.

Las fuerzas establecidas tienden a sobreactuar. Un caso reciente es la airada reacción de los comunes en Barcelona. La circunscripción de Barcelona presenta muchos diputados, por lo que allí el voto es muy proporcional y la división no penaliza. A los comunes, lo más que les puede pasar por la presentación de Errejón es perder un diputado en favor de una candidatura afín, lo que no significa ninguna tragedia. Los comunes no se juegan casi nada en las elecciones generales; su verdadero terreno son las autonómicas y municipales. En el Congreso son un simple apéndice de Podemos.

En Asturies la cosa es, sin duda, más problemática porque hay menos para repartir. En todo caso, los votos cuentan para el porcentaje global que exige un grupo parlamentario. Asumo los riesgos de apostar por lo nuevo cuando lo viejo no funciona. No es la primera vez que lo hago. Nunca me gustó el viejo grito de «¡maminina! ¡qué me quede como estaba!.

Cheni Uría

¡Me encantan las elecciones!

¡Me encantan las elecciones!

No sé si es porque en mi juventud peleé mucho para que en este país hubiera elecciones de una puñetera vez, pero no deja de sorprenderme la reacción generalizada de indignación ante la actual convocatoria electoral. Se habla de fatiga ciudadana ¡Qué absurdo! A mí hay muchas cosas que me fatigan, por ejemplo pagar el recibo de la luz y del gas cada poco tiempo, pero no conozco nada menos cansado que acudir a depositar un voto. Las elecciones son un mecanismo indispensable en democracia y hay que recurrir a ellas cuantas veces sea necesario: eso es algo que en cualquier país europeo saben y practican desde hace muchos años sin rasgarse las vestiduras.

De lo dicho hasta ahora no se deduce que que a mí no me cabreen también muchas de las cosas que ocurrieron estos días atrás. También me cabrea la repetición de las elecciones, pero no porque haya que votar otra vez, sino por miedo a perderlas. Lo que me cabrea es que el PSOE y Podemos hayan decidido tan alegremente jugarse a la ruleta rusa el futuro de todos nosotros. Creo que ambos partidos realizaron un ejercicio de irresponsabilidad. No tiene mucho sentido a estas alturas especular sobre las razones que les movieron a uno y a otro para llegar a esta situación, pero lo que sí parece claro es que los riesgos de la operación, al menos vistos desde hoy, superan con creces los inconvenientes que pudiera haber acarreado algún tipo de acuerdo.

¿Qué tipo de acuerdo hubiese sido  más oportuno? Está claro que cada parte tenía sus puntos de vista. Yo voy a exponer los míos. En mi opinión la fórmula más realista y más favorable para todas las partes hubiese sido un gobierno del PSOE, con algún ministro independiente de la confianza de Podemos y con un programa de gobierno pactado.

Nunca entendí la obsesión de Podemos por entrar en el gobierno. Hay que tener muy en cuenta que se trataba de un gobierno sin mayoría absoluta y, por lo tanto, muy débil, con la amenaza de una recesión económica y la crisis catalana encima. En esas condiciones, la presencia de Podemos hubiese limitado su capacidad de maniobra y acentuado su debilidad frente a los ataquers de la derecha. Al mismo tiempo, Podemos quedaría más pillado, con menos independencia, mientras que, manteniéndose fuera, podría siempre ejercer un control parlamentario y conservaría mayor capacidad de crítica. Y podría ser una fase preparatoria para otra posterior más avanzada, mientras que un gobierno de coalición fracasado probablemente sería negativo para ambos y abriría paso a la derecha.

Pero todo eso es agua pasada. Lo importante ahora es lo que puede ocurrir el 10 de noviembre. Y ahí, lo que me asusta es encontrarme con tanto «indignado» en las filas de la izquierda. No digo que no haya motivos para poner pingando a los actuales dirigentes de la izquierda, pero no es menos cierto que el día que este país esté gobernado por un Bolsonaro o un Salvini, ese día sí tendremos motivos para estar cabreados de verdad. Por eso, lo de ir a votar en noviembre no es ninguna tontería. Una vez más, nos jugamos mucho. La cuestión de a quién votar es una cuestión menor. Como decía el otro día mi sabio amigo Miguel Muñoz, en unas elecciones nunca se vota a favor, siempre se vota en contra. Lo importante es tener claro contra quién hay que votar. Y sobre eso, no cabe la menor duda.

Cheni Uría

Vox, el fascismo y el descontento social

Se discute mucho estos días sobre si procede o no llamar fascistas a los de Vox. Tengo delante una muestra de tal debate, un artículo bastante malo firmado por Juan Cruz que nos explica que Vox no tiene nada que ver con el fascismo y que además la culpa de todo lo que está ocurriendo la tienen Pablo Iglesias y los errores de la izquierda. Ahora lo bien pensante es echar las culpas de todo a los errores de la izquierda. Vaya por dios. Como si Aznar y la extrema derecha hubiesen nacido ayer.

A mí, el debate sobre si los de Vox son o no fascistas me resulta aburrido y tiendo a sospechar que subyace en él un vano intento de extender la tinta del calamar sobre un problema a todas luces muy grave. Sin duda, cuando los llamamos fascistas, o cuando identificamos a Vox con la Falange, como hice yo en unas recientes notas, estamos abusando de los términos históricos, recurriendo en cierta medida a la retórica y, por qué no, al insulto. Es evidente que la realidad económica y social de hoy es muy diferente a la de los años treinta del siglo pasado, como son muy diferentes las estructuras políticas y las relaciones internacionales. Le Pen no es Hitler, ni Abascal es José Antonio. (Tampoco Garzón es la Pasionaria). Pero eso no quiere decir que no existan parentescos ideológicos y líneas de continuidad en muchos aspectos relevantes que den legitimidad a tales identificaciones.

Es necesario introducir la distinción entre Vox y sus votantes. (Aunque esa distinción es válida para cualquier otro partido). Por lo que se refiere a su núcleo partidista, lo que conocemos hasta el momento responde fielmente al modelo de la extrema derecha española clásica y de sus fundamentos ideológicos, con una expresa vinculación afectiva al franquismo y una reivindicación de su necesidad histórica, a lo que se superpone un alineamiento con la actual extrema derecha europea en expansión. Es de suponer que en los próximos tiempos conoceremos mayores concreciones programáticas, así como una más intensa actividad de calle. De momento ya están empezando los ataques contra los monumentos a las víctimas del franquismo y del holocausto. De momento.

Los votantes de Vox en Andalucía, por los datos que van llegando, son en su mayor parte antiguos votantes del PP y proceden sobre todo de las comarcas en donde hay una mayor presencia de inmigrantes. Hay también una parte minoritaria de antiguos votantes del PSOE y de Izquierda Unida-Podemos. Es decir, de lo que sabemos hasta el momento podemos deducir que la mayor parte de los votantes de Vox son gente de derechas radicalizada que hasta ahora se mantenía bajo el paraguas del PP.

Pero hay una parte de votantes de Vox, parece que todavía no muy significativa, que procede de las filas de la izquierda. Esto es algo que no nos resulta sorprendente, pues ya sabíamos que buena parte del electorado del Frente Nacional en Francia venía del ámbito de influencia del antiguo PCF. Se trata probablemente de un voto de rechazo muy condicionado por la crisis económica y sus consecuencias.

La crisis de 2008 transformó las sociedades occidentales y alteró profundamente sus sistemas de representación política. Desde entonces, un clima de incertidumbre y descontento se va extendiendo en sectores muy amplios de la población, que se ven afectados en mayor o menor grado por la pobreza o temen serlo en un futuro próximo. Lo que vamos viendo en estos últimos años es que ese descontento social se manifiesta de manera muy diversa y multidireccional, bajo la forma tanto de movilizaciones sociales como de drásticos cambios político-electorales. De los segundos, tenemos un ejemplo llamativo en la situación política italiana; y otro en las recientes elecciones andaluzas. De los primeros, en nuestro 15 M y en los actuales chalecos amarillos franceses. En estas grandes movilizaciones sociales parece que la orientación del movimiento y su proyección política futura depende en gran medida de qué grupo social tome la iniciativa, «tire la primera piedra» y arrastre al resto del conjunto social más amplio. En el 15 M fue la juventud progresista. En Francia, parece que son las clases medias con miedo al futuro. Los resultados pueden ser muy diferentes.

Es en este punto donde me gustaría hacer algún comentario sobre una cuestión bastante problemática por lo que tiene de incierta y un tanto especulativa. Me refiero a lo que podríamos llamar el problema de la reacción identitaria.

Los síntomas parecen abundantes: en Europa, en EEUU, en Brasil… El fenómeno Trump es sumamente expresivo: una buena parte de los hombres blancos estadounidenses no pudieron soportar que un negro fuera presidente durante ocho años. Nunca más. Y que encima una mujer pretendiera sucederle, ¡el colmo! La presidencia de Trump constituye, en buena medida, una reacción identitaria de los hombres blancos y pone de manifiesto unos fenómenos que encontramos también con fuerza en Europa: el rechazo por parte de sectores de la población hacia las políticas migratorias y hacia las políticas de género. Una y otra cuestión no son equiparables, ni afectan a los mismos sectores sociales, pero tienen en común que atentan contra algo tan difuso y potente como son las identidades colectiva e individuales. Las repercusiones electorales que tienen las grandes concentraciones de inmigrantes sobre importantes sectores de la población autóctona están de sobra contrastadas en Alemania y en otros muchos países europeos, y ahora en Andalucía. Los sectores sociales más golpeados por la crisis son muy susceptibles ante los sentimientos de agravio comparativo que les producen en muchas ocasiones determinadas políticas de apoyo social a los inmigrantes. A la vez, la experiencia histórica demuestra que, en situaciones de miedo al futuro e incertidumbre, es una reacción frecuente la de buscar la responsabilidad de los propios males en chivos expiatorios generalmente elegidos entre los que son diferentes. Más especulativo es lo que se refiere a una posible repercusión electoral del descontento hacia las políticas de género: yo, al menos, carezco de datos.

Nada más lejos de mis intenciones sugerir ningún tipo de retroceso en las políticas de asilo y solidaridad con la población inmigrante, ni con las de igualdad entre hombres y mujeres. Pero sí llamaría la atención sobre la necesidad de ser receptivos ante las preocupaciones de los sectores sociales que se sienten afectados negativamente por ellas: la necesidad de una atención especial a los sectores autóctonos más golpeados por la crisis que viven en contacto con los inmigrantes, la mejora de los servicios sociales en las áreas de mayor inmigración, la puesta en cuestión de las políticas de discriminación positiva en ámbitos que quizás en un momento dado pudieron tener sentido, pero en este momento son más fuente de agravios que otra cosa, etc.

El descontento social es una realidad y hay motivos de sobra para ello. La extrema derecha es otra realidad, llamémosla como la llamemos. Y es extrema, aunque algunos traten de vestírnosla de lagarterana. Y el descontento social es un buen caldo de cultivo para el crecimiento de la extrema derecha, siempre lo fue. En tiempos de incertidumbre, mucha gente lo que busca es seguridad, autoridad, disciplina. moralidad. Y eso conecta bien con los mensajes de la extrema derecha: contra el lío de los partidos políticos, de los «profesionales» de la política, de las autonomías, de los separatismos, de los matrimonios homosexuales, de tanto moro y negro por la calle …

No es fácil ¿Errores de la izquierda? Una parte de la izquierda, la más moderada, mayoritaria, participó activamente en el gobierno de Europa occidental durante toda la segunda mitad del s. XX (en España sólo en el último cuarto) y contribuyó decisivamente a un periodo de muy fuerte bienestar; pero también a consolidar una sociedad extremadamente desigual e injusta. Y muchos de los perdedores en ese reparto desigual no se lo perdonan y no confían en ella. La otra parte, la más radical, minoritaria, nos identificamos con experiencias desastrosas que nos hicieron perder toda credibilidad, propusimos algunas ideas afortunadas, defendimos causas justas y, entre lo uno y lo otro, perdimos vínculos con las amplias mayorías sociales y capacidad para influir en ellas.

Mi gran preocupación es que la izquierda, esa extraordinaria creación de los siglos XIX y XX, tenga capacidad para asumir la tarea de encabezar el descontento social en estos comienzos del s XXI y orientarlo en un sentido progresivo. A raíz del 15 M, Podemos se presentó como algo nuevo, diferente. Nadie sabíamos muy bien qué, pero era prometedor. Pero quizás nació excesivamente lastrado por los orígenes de sus fundadores (las Juventudes Comunistas) y por el temprano aluvión de los restos de la izquierda radical política y sindical del posfranquismo y la transición que se le sumaron de inmediato y contribuyeron a configurarlo muy pronto como otro partido más de la izquierda clásica.

Pero hablar más de la izquierda queda para otro día.

Cheni Uría

Comentario después de las elecciones andaluzas

Los resultados electorales ponen de manifiesto tres cuestiones relevantes:

  1. La primera se refiere específicamente a Andalucía: el hartazgo de la sociedad andaluza después de tantos años de monopolio del poder por parte del PSOE y de una casta política monolítica construida a partir de unos centros de poder muy consolidados: Casas del Pueblo, grupos municipales socialistas, cúpulas sindicales de la UGT, juventudes socialistas, Instituto de la Mujer…, y cuya expresión pública más evidente es la propia Susana Díaz.
  2. La segunda es también muy característica de Andalucía, pero en mayor o menor grado es extensible al resto de España: la enorme capacidad de movilizar a la derecha en general y a la extrema derecha en particular que tienen dos fenómenos concretos: el independentismo catalán y la inmigración. Dos fenómenos que son estructurales y están llamados a seguir formando parte de nuestra realidad futura.
  3. La tercera es generalizable a todo el estado español: el incontenible, aunque todavía lento, declive político y electoral de Podemos, sin que en los resultados tenga ninguna relevancia la alianza con Izquierda Unida.

Si el futuro político español estaba lleno de incógnitas, los resultados electorales de Andalucía vienen a ampliarlas.

En primer lugar, en la propia Andalucía.

La perspectiva que, en un primer momento, se abre paso con más posibilidades es la de un gobierno de coalición PP- Ciudadanos, presidido por el PP y con el apoyo parlamentario de Vox. Pero no me parece que la fórmula sea sencilla. En primer lugar, Vox va a estar envalentonado y va a poner condiciones duras, incluso participar en el gobierno. Y Ciudadanos, una vez pasada la euforia inicial, quizás empiece a valorar que las cuentas no le salen tan claras: ¿un gobierno con Vox no significará ya hipotecar definitivamente cualquier imagen de partido de centro, convertirse definitivamente en otro partido más de derechas, condenado a vivir exclusivamente del anticatalanismo?, ¿qué papel le queda en Andalucía, en un gobierno presidido por el PP y en el que quien verdaderamente llamaría la atención sería Vox? ¿Y qué van a opinar Macron y Valls, candidato a la alcaldía de Barcelona, de la alianza de sus aliados españoles con los aliados españoles de Le Pen?

O sea, que no me extrañaría que en los próximos días viésemos movimientos de cintura. Pedro Sánchez ya demostró que la tiene. Rivera, todavía no. Susana Díaz será un obstáculo dispuesta a morir matando, pero después de lo de ayer le queda poco oxígeno. On verra, que decimos los franceses.

La política estatal también sale tocada. Ninguno de los partidos, con la excepción de Vox, puede estar satisfecho de los resultados de Andalucía, a no ser por las desdichas ajenas. En su propia casa, Pedro Sánchez puede aprovechar la ocasión para librarse del último enemigo interno y poner orden en las filas de cara a las próximas citas electorales. Pero su gobierno, que ya era débil, sale todavía más flácido. Las presiones desde todos los lados le van a aumentar todavía más si cabe; su margen de maniobra ante la cuestión catalana va a disminuir. En los próximos días va a tener que seguir deshojando la margarita para decidir por fin si adelanta o no las elecciones generales, aunque lo cierto es que no creo que nadie esté muy interesado en ellas. Para Casado, los resultados de Andalucía son un fracaso personal y se confirma la caída electoral del PP y el fin del bipartidismo. Pero, a su vez, Rivera no consigue el anhelado sorpasso y unas elecciones generales ahora muy bien podrían asegurarle en el poco glamuroso papel de «tercer hombre».

O sea, que todo sigue muy confuso, más que ayer, con el lío catalán en la sala de máquinas y el gallinero mediático a pleno rendimiento.

Y bueno, ya están ahí. Los veíamos venir, pero siempre teníamos esperanzas de que fueran una mala pesadilla. Pero no. Ya llegaron. Ahora se llaman Vox. antes los conocimos como Fuerza Nueva, Guerrilleros de Cristo Rey, Falange Española y de las JONS… La única ventaja es que los conocemos bien.

Cheni Uría

 

Reforma o Ruptura?

El Viejo Topo publicó en noviembre de 2017 el libro de Enrique González de Andrés ¿Reforma o ruptura?: Una aproximación crítica a las políticas del Partido Comunista de España entre 1973 y 1977. Programa, discurso y acción sociopolítica

Reforma o ruptura   El papel desempeñado por el Partido Comunista de España (PCE), en la década de los años sesenta del pasado siglo, no puede desvincularse de los cambios que se han producido tras la muerte del dictador y la posterior metamorfosis de la dictadura franquista en el embrión de incipiente democracia en España. Sus políticas han influido en las presiones sociales, para la instauración de un régimen democrático. Para calibrar más adecuadamente dichas presiones, es imprescindible investigar el programa, el discurso y la acción política del PCE, a lo largo de aquellos años, y correlacionarlo con todas las manifestaciones políticas del contexto, lo que constituye el elemento que vehicula el presente trabajo. Por ello, se ha apostado por interrelacionar acontecimientos económicos, sociales y políticos del periodo con las actuaciones practicadas por el PCE, tratando de desvelar, desde una aproximación crítica, hasta dónde llegó su influencia y qué alcance tuvieron.

A raíz del conocimiento que tenemos de los hechos históricos posteriores, y la realidad histórica del devenir de la “transición democrática”, ya podemos asegurar que la estrategia y la táctica elaboradas por el Partido Comunista de España, no se tradujo en un beneficio e importancia ni para el propio PCE, ni tampoco para las clases populares más desfavorecidas.

Los aparatos de Estado más importantes: el poder de los monopolios y las multinacionales, de la oligarquía financiera e industrial; el poder judicial; las fuerzas represivas y militares; la brecha salarial de las mujeres y las crecientes diferencias entre los más poderosos y los más débiles; la dependencia de las estructura militares y económicas del imperialismo; la estructura del Estado que nos legó Franco; el control de los medios de comunicación de masas; la corrupción política y otros muchos ejemplos, no han sufrido variaciones sustanciales.

En consecuencia, parece pertinente el trabajo de González de Andrés y la necesidad de seguir investigando en dicha cuestión.

enrique Gonzalez de Andres   ENRIQUE GONZÁLEZ DE ANDRÉS es Doctor en Historia por la Universidad Nacional de Educación a Distancia (UNED), y se ha especializado en las políticas del Partido Comunista de España durante el franquismo y la Transición, sobre la evolución de la clase trabajadora y de la economía española a lo largo de la segunda mitad del siglo XX, así como sobre las transiciones políticas.

Nadie pudo con ellos

«Hubo muchos españoles que nunca se doblegaron, ni se acobardaron, ni se sometieron al poder de un hombre que impuso su propia ley por la fuerza. Cuando en España llovían piedras, aguantaron la tormenta, soportaron palizas, golpes físicos, morales y políticos, pero siempre se mantuvieron de pie. Este libro nace de la curiosidad que despiertan seres humildes y extraordinarios que se juegan la vida por los demás, que no se abandonan a la desesperanza, a la amargura o al cansancio. ¿De qué están hechos los héroes que resisten huelgas de hambre, torturas y años de cárcel?

¿Por qué hay personas capaces de trascender y elevarse por encima de un destino atroz, y otras, sin embargo, se comportan como sabandijas?»

Así se expresa la autora de Nadie pudo con ellos, la conocida periodista y escritora Nativel Preciado.

  Cuando faltan pocos días para que los pueblos de España se conviertan en un clamor en defensa de los derechos y la igualdad de la mujer, queremos presentar este trabajo de Nativel Preciado, en el que refleja la lucha de un símbolo, que fueron muchos símbolos, personificado en este caso en Josefina Samper y su compañero Marcelino Camacho.

«… Si he elegido a Josefina Samper, la viuda de Marcelino Camacho, como hilo conductor de esta crónica histórica es precisamente porque habla de lo que vivió en primera persona, momentos inolvidables de los sesenta años que vivió junto al líder sindical, con absoluta espontaneidad y sin manipulaciones interesadas. Una mujer luchadora, como muchas más, comprometida políticamente desde muy niña.

Nadie pudo con ellos’, es la crónica de la vida del líder sindical Marcelino Camacho contada a través de la voz de su viuda. Nada más y nada menos.

La familia Camacho fue un ejemplo de resistencia y dignidad. Recibieron golpes físicos, morales y políticos, pero se mantuvieron en pie. Habrá quien les reproche su ideología o sus errores políticos, pero nadie les niega su valor, su fuerza de voluntad, su capacidad de ser solidarios y, en definitiva, su honestidad.

Marcelino Camacho murió, sin doblegarse y sin someterse, a los 92 años y pertenece a esa clase de héroes humildes que luchan pacíficamente, resisten y no ganan. Me interesan más que los vencedores o los que ganan batallas. La curiosidad por estas personas que son capaces de soportar torturas, cárcel, penurias, privaciones, fracasos y a pesar de la adversidad, nadie les aparta de su esforzada lucha cotidiana, es lo que me llevó a escribir estas páginas en las que me pregunto…»

Y afirma: Si en tiempos más difíciles los protagonistas de este libro pudieron resistir, sus nietos también lo harán.

“Un esforzado sindicalista, en la actualidad, no es el que se enfrenta al patrón, sino el que facilita la vida al empresario. Las nuevas relaciones laborales exigen empleados productivos, dóciles y, a ser posible, indefensos. La salvación ya no es colectiva, sino individual y, además, ya no están los de arriba frente a los de abajo, sino los instalados frente a los excluidos del sistema. La situación económica y financiera vuelve a ser, si es que alguna vez dejó de serlo, comprensiva con el ganador y despiadada con el perdedor. Se impone, de nuevo, la idea insolidaria de que cada cual se hace a sí mismo y se merece su destino. Nos encontramos en uno de esos periodos regresivos en los que se cumplen las peores expectativas”.

Las nuevas generaciones que irrumpen en la vida española y en la lucha de nuestros pueblos, tienen en las escenas que se representan en este libro de Nativel, un bien espejo en el que mirarse.

Como ella misma dice “el tiempo es sólo una actitud y si le perdemos miedo nunca seremos viejos”.

Muerte en Somiedo y olvido tras cuarenta años

«…Un amanecer triste de octubre de 1937 los soldados, ebrios de victoria y de sangre, vinieron a buscarlo y lo subieron a golpes a la caja de un camión. Sus manos campesinas volvieron a trabajar la tierra, pero esta vez para cavar una fosa que albergaría su cuerpo asesinado. Ni siquiera oyó los disparos, simplemente se desplomó en el negro agujero que olía a tierra húmeda. Su cadáver jamás fue encontrado». Así se expresaba en el Prólogo de su libro Muerte en Somiedo, el investigador y miembro del Grupo de Investigación Frente Norte, José Luis Alonso Marchante. Gracias a Alonso Marchante, se ha divulgado con mayor extensión, la existencia de múltiples fosas comunes de personas fusiladas durante la Guerra Civil en el Concejo de Somiedo. Casi un centenar de somedanos fueron asesinados durante los años de guerra, especialmente en los años 1937 y 1938.

El libro de Alonso Marchante también supuso un buen estirón de orejas a los representantes municipales que no tuvieron más remedio que colocar un panel informativo en uno de los lugares más emblemáticos para la Memoria Histórica asturiana y una de las fosas con más restos sin exhumar: la fosa de Gúa.

En 2019 se cumplirán los primeros cuarenta años de los ayuntamientos democráticos, aunque lo tengamos que recordar con la nariz tapada. Un grupo de jóvenes somedanos, integrantes de la asociación Somiedo en Marcha, decidieron presentarse a las primeras elecciones democráticas en el municipio, bajo la cobertura del PSOE. Varios vecinos del concejo o habitando en otros concejos, entre los que se encontraban varios maestros y algún cura, sellaron verbalmente el compromiso de apoyarles si se comprometían a exhumar los restos de la fosa de Gúa, y poder trasladar los restos a donde las familias consideraran. Se escribieron cartas a muchas familias; se visitaron personalmente a otras muchas; y se pidió el voto para aquellos jóvenes que no conocían más represión ni más libertad que la que oían de algunos de sus antepasados.

Pasaron los años y nada se hacía por la exhumación de “los de Gúa”. Algunos de los firmantes de las cartas de apoyo a la candidatura del PSOE, interrogaron a los ediles sobre el cumplimiento de los acuerdos. La respuesta no pudo ser más lacónica: “Nos dicen de la Federación Socialista Asturiana que no es el momento, que hay que esperar”.

Y así seguimos esperando a que el momento sea propicio.

En la fosa de Gúa, en el prado conocido con el nombre de “Nozal”, fueron fusilados veintiséis ciudadanos de Somiedo (aunque otros familiares de algún fusilado hablan de veintinueve hombres y una mujer; y otras fuente dicen que puede haber hasta cincuenta asesinados), cuyo mayor delito fue el de ser algunos miembros de la I Gestora Republicana de Somiedo y todos por defender el orden constitucional legalmente establecido: la República. Los hechos se produjeron durante los primeros días de noviembre de 1937. Fueron conducidos de dos en dos, atados con alambres de espino, hasta el prado y obligados a cavar sus propias fosas y tapados los cuerpos con tan poca tierra que las alimañas se alimentaron de algunos cuerpos. En algunos casos en los que no habían podido ser detenidos los ejecutados posteriormente, fueron detenidos y afeitados sus padres o sus hermanos y hermanas, hasta que se entregaran a los franquistas los acusados.

Los ejecutores se pasearon por el Concejo hasta no hace muchos años, expirando sus vidas en sus casas, aunque con remordimiento de conciencia.

En 2006 escribía José Luis Alonso Marchante: «…Han transcurrido casi setenta años de los hechos descritos en este libro y un manto de espeso silencio cubre todavía la memoria de los que fueron víctimas de aquellos acontecimientos. El concejo de Somiedo, volcado a la promoción turística de sus montañas y valles, olvida a los vecinos que tomaron las armas para defender sus ideales frente a la violenta sublevación de los militares franquistas… Se perpetúa así una situación intolerable que insulta vergonzosamente el recuerdo de los muertos y reafirma la impunidad con la que actuaron sus asesinos. Recuperar la memoria en su integridad es completar la historia. Esa es la tarea pendiente.»

SOMEDANOS ASESINADOS DURANTE LA GUERRA EN ASTURIAS SIN NINGÚN TIPO DE JUICIO

Asesinados en la Fosa Común de Gúa

Apellidos y nombre Localidad de origen
Acebedo Riesco, Jesús Aurelio La Riera
Alonso Pérez, Gabino Saliencia
Álvarez Álvarez, José Valle de Lago
Alvarez Díaz, Casimiro Saliencia
Álvarez Rodríguez, José Pigüeña
Arnaldo López, Antonio Las Viñas
Arnaldo López, Germán Las Viñas
Barragán Blanco, Manuel Las Morteras
Blasón Fernández, Servando Pigüeces
Blasón López, Benjamín Pigüeña
Berdasco Queipo, Manuel Santullano
Caunedo Álvarez, José María Las Viñas
Feito Arias, Marcos Valle de Lago
Fidalgo, Agustín Pigüeces
Galán Calzón, Primitivo Santiago de l’Hermo
García Calzón, Manuel Clavillas
González, Manuel Perlunes
López, Antonio Pigüeña
Menéndez Arnaldo, Manuel La Riera
Menéndez Cortina, Félix Pigüeña
Menéndez Riesco, Laureano Valle de Lago
Nieto García, Constantino Saliencia
Nieto García, Eladio Saliencia
Pérez García, Benjamín Pigüeña
Queipo Menéndez, Manuel Villar de Vildas
Santos, Agustín Valle de Lago

 

Asesinados en la fosa común del Puerto

Apellidos y nombre Localidad de origen
Marrón Alba, Manuel Caunedo
Riesco Caunedo, Avelino Gúa
Rodríguez, Inés El Coto
Suárez Díaz, José La Peral

 

Asesinados en otros puntos de Somiedo, Asturias y España

Apellidos y nombre Localidad de origen
Abol Álvarez, Feliciano Pola de Somiedo
Álvarez Fidalgo, Macario La Riera
Brañas, Avelino Aguino
Calzón Menéndez, Gerardo Las Viñas
Caunedo López, Ángel Corés
Cuendias Rodríguez, Gaspar Manuel Aguino
Feito Alonso, Laureano Arbellales
Feito Sirgo, Jovino Veigas
Fidalgo Fidalgo, Nemesio La Riera
Galán Rodríguez, José Antonio Valcarcel
Gancedo González, Joaquín Santullano
Gómez Pérez, Antonio Pigüeña
González Pola de Somiedo
González Barredo, Manuel Robledo
González Menéndez, Narciso Santullano
Menéndez Álvarez, Asunción Santullano
Miranda Fernández, León Clavillas
Pérez Gómez, Juan Marcos La Riera
Ordás, Narciso Valle de Lago
Rodríguez, Lisardo La Riera
Sierra Rodríguez, Mínimos Aguasmestas

 

J.M.A.P.

Clientelismo y corrupción

Ayuntamientos y democracia

Los ayuntamientos deberían ser la esencia de la democracia. Pero el sistema los está convirtiendo en uno de los mayores focos de corrupción y clientelismo. A pesar de ello algunos ayuntamientos están logrando llevar la democracia lo más cerca posible de los ciudadanos con medidas a favor de los más desfavorecidos, con planes de solidaridad, ayuda y atención de mayores y jóvenes (comedores escolares todo el año; distribución de alimentos; programas sociales para cubrir necesidades básicas como la luz y el agua, etc.). O haciendo frente de los depredadores más poderosos (contra los desahucios, la actuación de bancos, multinacionales y especuladores, o las industrias más contaminantes).

Sin embargo, no todo el monte es tan florido, y al lado de estas corporaciones ejemplares se esconde la sombra de una corrupción que durante décadas están protagonizando otras muchas corporaciones. Pasan los años y comprobamos como algunos gobiernos municipales se reproducen como los hongos año tras año. O lo que es lo mismo, un determinado partido gana unas elecciones y en lo sucesivo hay que sudar la camiseta para desbancarlo. Sucedía y sucede en Andalucía, en Extremadura, Cataluña, Castillas, … y también en Asturias. Vamos a analizar la metodología.

Reforma administrativa

El mapa administrativo español es uno de los mayores disparates actuales, que perdura desde el inicio del reinado de Isabel II, al cabo de diez años del trienio liberal del siglo XIX, más conocida como Época Ominosa. Salvo pequeñas modificaciones, es como se conoce en la actualidad y era prácticamente el mismo proyecto de 1822 en pleno Trienio Liberal, sin las provincias de Cartagena, Calatayud, Vierzo y Játiva.

Y así estamos en el momento actual, casi doscientos años después. Con una división administrativa de la época de Isabel II.

Según datos del INE, en España, en el 2015 había en España un total de 8.117 municipios que acogían 47.129.783 habitantes empadronados (23.196.386 hombres y 23.933.397 mujeres). Correspondían a una media de 5.806 habitantes por municipio.

Del total de los 8.117 municipios, 1.193 son de menos de 101 habitantes, o lo que es lo mismo, poco más que los habitantes de una casa de cualquier barrio; y con menos de 500 habitantes la cantidad de municipios asciende a 3.863. No hace falta ser muy perspicaz, ni tener sólidos conocimientos estadísticos, para comprobar que una administración del Estado en pleno siglo XXI, con los medios de comunicación actuales, que contenga tal dispersión, no es rentable y es absolutamente obsoleta.

En Asturias las cifras son las siguientes: de un total de 78 municipios con 1.068.165 habitantes (511.346 hombres y 556.819 mujeres) tienen una media de habitantes por concejo de 13.694 habitantes, que es más del doble de la media nacional. De los 78 concejos asturianos hay 7 menores de 500 habitantes y ninguno de menos de 101 habitantes. Sin embargo, la dispersión es tal que en 31 concejos de más de 5.000 habitantes –la mayoría en el área central- se concentran 977.932 habitantes.

Si tenemos en cuenta que los servicios que los ayuntamientos prestan a los ciudadanos (limpieza, mantenimiento de vías públicas, aguas y saneamiento, atención a los mayores, licencias, un poco de cultura [queremos decir de folixa], asesores [¿?] …) requieren de infraestructuras y medios potentes, se concluirá que la dispersión perjudica la economía de los ciudadanos, aunque pueda beneficiar la de algunos.

Entonces ¿por qué no se quiere cambiar la situación? ¿Por qué a los partidos de más edad en la fiesta de la democracia no les interesa modificar la Administración del Estado, al menos en lo referente a la administración municipal? La respuesta es clara y diáfana: porque ahí tienen el vivero de su pesebre. Con el pago de los impuestos ciudadanos estamos sufragando cientos y miles de funcionarios nombrados a dedo que garantizan los electores de esos partidos, a través del clientelismo de los ayuntamientos.

Recientemente se han publicado los sueldos de alcaldes de los ayuntamientos asturianos, y lo que informan es para empezar a poner distancia. El despilfarro a costa de los tributos de los menos pudientes es manifiesto y el hartazgo de los ciudadanos sobre lo que cobran y gastan los políticos, no espera más. Recordemos que los sueldos de las corporaciones (alcaldes, concejales y liberados) las aprueban las mismas corporaciones con un tope legal máximo que en muchos casos lo suelen alcanzar, y los impuestos sobre la vivienda los deciden también las corporaciones, si bien tienen un tope en porcentaje sobre el valor catastral. Los municipios grandes son los que mayores emolumentos tienen, pero hay algunos pequeños que no le van a la zaga. Todo ello a pesar que la Federación Asturiana de Concejos (FACC), lugar donde se junta todo el pesebre, desea mantener los sueldos para políticos y altos cargos.

Una simple circular de noviembre de 1833, y Real Decreto de 30 de noviembre de 1833, el secretario de Estado de Fomento, Javier de Burgos, ideó un Estado centralizado, dividido en 49 provincias y 15 regiones. Las provincias recibieron el nombre de sus capitales (excepto cuatro de ellas, que conservaron sus antiguas denominaciones: Navarra, con capital en Pamplona, Álava con Vitoria, Guipúzcoa con San Sebastián y Vizcaya con Bilbao).

Para ver el artículo completo con tablas y datos en un PDF ir al siguiente enlace: Clientelismo y corrupción-artículo completo

JM Álvarez-Pravia